martes, 28 de octubre de 2014

La Binadera.

De vez en cuando doy una vuelta por el local donde duermen –cuasi- debidamente colocadas las herramientas y enseres que ya no se usan, o se usan menos. A veces hago un alto ante una de ellas y pienso en lo importante que fue en su momento y la poca importancia que le damos hoy, cuando ya nos parece que somos ricos, que aquello fue un mal sueño y que, quizás, nunca fue realidad. Pero a mí me ocurre algo no sé si especial o curioso: me paro delante de una de estas herramientas y se me abre un enorme libro en el que voy leyendo. Hasta tal punto me ocurre que, a veces, se me difumina la herramienta y sigo leyendo hasta que despierto y vuelvo a verme sobre mi silla particular. Sólo entonces me doy cuenta de que allí está escrita una buena parte de la historia de mi vida; quizás la más especial.

Un día, me paré delante de la binadera y comenzaron a discurrir imágenes que, aun después de tantos años, siguen nítidas como el primer día.

Fue la binadera quizás la primera herramienta con la que el niño tuvo que ganarse su sustento: Rudesindo –y hacia él dirigía la pregunta el maestro- ¿por qué no viniste ayer a clase? (a la escuela se decía) “es que tuve que ir a capar remolachas”.

¿Sabe usted con qué herramienta el niño capaba remolachas? Pues eso: con la binadera. ¿Con qué herramienta el niño escardaba? Pues también con la binadera. Y con la binadera rozaba las achicorias y rozaba el melonar –decían que el melonar agradecía el polvo que se levantaba-. ¡Tantas y tantas labores se hacían con la binadera!

Y en la pala de la binadera quedó grabado lo que ahora vamos a relatar. Era el mes de mayo, la planta de la remolacha estaba muy crecida, hay que caparlas (entresacarlas) porque se hacen grandes y la experiencia aconseja hacerlo en el menor tiempo posible. El “amo” busca mano de obra, toda es poca y para ello se recluta a todo el personal capaz de sostener la binadera con sus manos. El sueldo, o jornal, es de miseria, pero a la miseria había que combatirla, y la única arma que había era otra miseria en forma de salario.

Fortunata es reclutada -no importa si es una niña o no, la edad no cuenta- para la tarea. Cobrará menos que las personas mayores porque es una niña, pero tendrá que sacar adelante la misma cantidad de surcos que una persona mayor. Injusticia sobre injusticia.

Por el esfuerzo requerido, o por la escasa y desequilibrada alimentación la niña no se encuentra bien. Por el surco adelante va vomitando, no puede seguir el ritmo de los mayores: se queda atrás. Una señora de la cuadrilla -tenía corazón de madre- multiplicando su esfuerzo, ayuda a Fortunata. El “amo “desde una finca próxima observa ¡Fortunata no sigue el ritmo impuesto por el resto de la cuadrilla! El “amo” deja su quehacer, se acerca, y sin más preámbulos espeta: Fortunata, dice, te pago por trabajar. El ángel que ayuda a la niña interviene: ¡pobrecilla, dice, está enferma, ya la ayudo yo! Si está enferma que se quede en casa, respondió el “amo”, y cuando esté en condiciones que vuelva. La niña tuvo que marchar para casa, descansó un rato, tal vez su madre le diera un beso, porque poco más había, y por la tarde Fortunata siguió formando parte del grupo de la binadera.

Fue la binadera quizás la herramienta que se adaptó mejor a la edad de los usuarios, por eso las había de todo tipo: desde la pequeñita para rozar zanahorias o achicorias, hasta la que sólo podían manejar los más fuertes de la sociedad rural: la binadera de la viña. Recuerdo con todo cariño y admiración, el manejo de esta binadera por parte de Alejandro Núñez, era un número uno en su manejo, porque a su posible habilidad unía una fuerza casi sobrenatural.

Hemos dicho de la binadera más pequeña que quizás fue la primera herramienta con la que el niño se entrenaba para la dura vida de agricultor. Había otra más grande para encasillar (hacer grupos de remolacha en la siembra a cordoncillo) y remataba la de la viña. Como vemos, había un tipo de binadera para cada necesidad y para cada edad.

Una de las imágenes que perduran en nuestra retina es la del abuelo Salustiano que se apoyaba en dos bastones para llegar al tajo (tarea), uno de los batones era la cayada y el otro, cogida por la parte de la pala, era la binadera. O sea la binadera como bastón pero, al llegar al corte, era usada como herramienta supresora de malas hierbas.

Y ahora una maldad por mi parte, pero que tiene por alcahueta a la binadera. Ya he contado que en casa hubo aquello que llamaban “casino” y allí se reunían a jugar algunos señores mayores que algunas veces comenzaban la partida a primera hora de la noche y la terminaban también a primera hora… pero de la mañana.

Los hombres iban a jugar la partida de cartas pero, a veces, acordaban el día antes llevarse la binadera al “casino”. Y claro, ahora alguien querrá saber para qué se la llevaban. Pues muy sencillo: si la partida se prolongaba hasta el día siguiente, por la mañana un poco antes de amanecer dejaban el juego y marchaban cada uno allí donde tuvieran un posible corte que justificara su presencia. Entonces, cuando los agricultores regresaban de hacer la mañanada, para almorzar, los otros agricultores (los de las cartas) también se sumaban. De esta forma se cuidaban mucho las apariencias, algo que se consideraba muy importante en aquellos tiempos: “que arda la casa pero que no se vea el humo”. Como veis truquillos y pequeñas trampas siempre ha habido. La diferencia está en que aquellas trampas podían perjudicar la economía familiar, no la del vecino; eran binaderas, no tarjetas: éstas son posteriores.

Para no asustaros no quiero relatar los dolores de espalda (dolor de riñones decíamos) que provocaba la, aparentemente, inofensiva binadera.


Camporredondo octubre de 2014

2 comentarios:

  1. ¡Hermosas palabras, hermosas emociones y bellos recuerdos los que te evoca la binadera! ¡Gracias por compartirlos! Abrazos.

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  2. Es muy gratificante ver que hay personas interesadas y que, además, lo comprenden.

    Creo que es interesante que nunca olvidemos de donde venimos y los caminos que tuvimos que recorrer.

    Rurales abrazos.

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