sábado, 12 de julio de 2014

En Camisas de Once Varas: Sobre la palabra buñolero.

Después del hasta luego dado en “En Camisas de Once Varas” encuentro que tengo un motivo para quitarme el sombrero -cosa que hago con sumo placer- ante el correo que me ha enviado el autor de “En torno a las palabras de Delibes”. Correo que, entre otras cosas, dice:

“Yo también creo que buñolero en el texto de Delibes que citas tiene la acepción de 'mindundi', 'don nadie'. ¿Puede venir este significado derivado de la mala consideración social que tuviera el oficio? Quizás. Sin embargo, he hecho alguna pesquisa y he constatado que buñolero, en jerga taurina, es el encargado de abrir la puerta de toriles, en consecuencia, no tiene un papel preponderante en el espectáculo, como los toreros. Por otra parte, hacer un buñuelo es hacer una chapuza, hacer algo mal, en consecuencia, un buñolero también sería un chapucero, una persona torpe, alguien poco cualificado” (...).

Y ahora, querido lector: ¿Es éste el sentido que Delibes quiere dar a la palabra buñolero en “Diario de un cazador”? ¿o quizá, según recoge el autor del glosario en Cátedra Miguel Delibes, el escritor lo que quiere es aclararnos lo que es un buñolero que, efectivamente, es el señor que hace y vende buñuelos, lo mismo que experto es aquél que conoce a fondo lo que hace, o de qué habla?

Resumiendo: ante lo que usted acaba de leer; el autor del glosario en Cátedra Miguel Delibes, y el que esto teclea no somos más que eso: dos humildes buñoleros.

Espero que la obra de Miguel Delibes, algún día, reciba el trato que, bajo mi criterio, merece.

jueves, 10 de julio de 2014

En Camisas de Once Varas: Buñolero.

Me pareció tan obvio que buñolero es “todo aquél que hace o vende buñuelos” que cuando leí “Diario de un cazador” le di un significado que quizá no tiene: 

Comienza Delibes diciendo -El día 10 de julio, viernes- en "Diario de un Cazador": "En la vida hay días torcidos y de nada sirve que nos esforcemos en variar su mala disposición. (…)”.

A partir de aquí  pensé: el narrador tiene uno de esos días en que nos damos cuenta de que por mucho que presumamos de ser algo importante en la vida, no somos nada, o muy poco; de ahí que nos damos cuenta de que no somos más que eso: un buñolero. Dándole al oficio de buñolero un sentido humilde en el que podemos vernos reflejados: todos somos buñoleros, aunque queramos aparentar lo contrario.

Por eso, al encontrarme en la Cátedra Miguel Delibes con la definición, copiada del DRAE, sobre:

Buñolero
D1C p. 159
(...) se da cuenta de que aunque presuma de estar de vuelta, en el fondo no es más que un
buñolero.
buñolero, ra.
1.
m. y f. Persona que por oficio hace o vende buñuelos.


Decía que al encontrarme con esta acepción pensé: yo tengo que estar equivocado y Delibes lo que quiere es, simplemente, decirnos lo que es un buñolero, sin otra posible interpretación.

Como saben que ando metido en camisas de once varas, pero quiero ir reduciendo el tamaño de éstas, pregunto: ¿alguien puede aclararme lo que Delibes quiere decir cuando dice que “en el fondo uno no es más que un buñolero? Lo pregunto porque no puedo creer la acepción que nos ofrece la Cátedra Miguel Delibes; creo que para consultar el DRAE no se necesitan "expertos" que, como yo, no son más que simples buñoleros.

Gracias y…

SIGAMOS RESPETANDO EL LENGUAJE RURAL.

Y con esta entrada "En Camisas de Once Varas" les dice: que ustedes sean felices este verano.  Espero volver  D.M  con renovadas energías.


miércoles, 9 de julio de 2014

En Camisas de Once Varas: Entalladura.

Es mi propósito dejar aclaración allí donde aparezca una palabra que, bajo mi criterio, crea que es interesante. La palabra entalladura ya la hemos comentado en varios sitios dentro de “La pizarra de Gaude” pero no importa hacerlo otra vez más aquí en la Cátedra Miguel Delibes, que no dice algo que no sea, pero creo que para el poco versado en el tema resinero no le aclara suficiente lo que es:

Entalladura.- Cada año, dentro de la cara del pino, se elabora -o se elaboraba- un tramo de 0’50 metros en altura por 0’12 de anchura. Sobre este tramo, que llamamos entalladura, el resinero va haciendo sucesivas picas (cortes) a lo largo de la temporada. La cantidad de cortes lo dejamos en el aire ya que dependía del criterio o trabajo del resinero, pero la frecuencia venía a ser de una cada cuatro a seis días a lo largo de toda la temporada.

Creo que había que dar una explicación porque vean:

Entalladura
CH p. 145
(...) si a un pino de resina se le hacen cuatro caras, o como aquí decimos,
 entalladuras, en cinco años (...)
Entalladura:
Corte que se le hace al pino con el objeto de sacarle la resina. (Investigación de campo).


Así nos lo dice la Cátedra Miguel Delibes y cualquiera puede pensar que cada corte es una entalladura, cuando dentro de cada una se producen muchos cortes necesarios para ir renovando la herida por la que va supurando la resina.

ENTALLADURA: PALABRA RECOGIDA EN JERGA RESINERA.

martes, 8 de julio de 2014

En Camisas de Once Varas: Gubia, hacha y hachón.

En nuestro lenguaje diríamos que esto es matar tres pájaros de un tiro, veamos por qué:

Gubia n.f. Tipo de hacha, de tamaño más pequeño que el hachón, que emplean los resineros para quitar los sarros. (Sic).

Página 275 del DCT.

Hacha n.f. Herramienta cortante con un filo curvo. (Sic).

Página 275 del DCT.

Hachón n.m. Hacha de dos hojas. (Sic).

Página 276 del DCT.

Quizás hubiera poco –o quizá nada- que decir, si no es porque relacionan gubia hacha y hachón sin que quede -a nuestro entender- demasiado clara su relación, como explicaremos y veremos en las fotos.

Si –como parece- imaginamos la herramienta por la expresión de la palabra, parece lógico que el hacha sea el de una sola boca y el hachón (como aumentativo de hacha) el de dos. Pero las cosas no siempre son lo que parecen y, vaya usted a saber por qué, desde siempre por estas Tierras de Pinares, en la provincia de Valladolid, el hacha, como podemos ver en las fotos, es la de doble boca, o boca y peto, y el hachón es el de una sola boca.

No aclaramos nada acudiendo al DRAE, porque nada nos aclara, dice:

hacha2.
(Del fr. hache, y este del franco *hapja).
1. f. Herramienta cortante, compuesta de una gruesa hoja de acero, con filo algo convexo, ojo para enastarla, y a veces con peto.

Como vemos, para el diccionario de la Real Academia no existe nada más que una acepción para la palabra hacha. Para el diccionario la palabra hachón no existe, limitándose a decir que el hacha es “a veces con peto”.

Nosotros no hacemos más que transmitir lo que nosotros heredamos, que es lo que ahora decimos:

Hacha doble boca o boca y peto
Hacha.- Herramienta con doble corte (boca y peto) que los hacheros usaban para cortar troncos de madera. Fue herramienta muy útil (junto con el tronzador) hasta la llegada de la motosierra.

Junto con el hacha había, y hay, otra herramienta también muy interesante. Esta herramienta es el…

Hachón
Hachón.- Herramienta cortante, de una sola hoja, que era usada, para trabajos menores, por los hacheros (leñadores) en los trabajos en el monte. El hachón puede ser manejado con una sola mano, o las dos, dependiendo de su tamaño. 

Un ejemplo del manejo con una sola mano es cuando era usado por los olivadores, y con las dos, para trabajos auxiliares en cortes de troncos en el suelo.

Para donde no haya llegado mi torpe explicación aquí adjunto las fotografías.

Gubia para recoger el sarro
La gubia que el resinero usaba para recoger el sarro; el hacha para grandes cortes y el hachón que era una buena solución para cortes de menor intensidad.

Recordemos que estas herramientas fueron el medio de vida para muchas familias. Respetemos su memoria.








lunes, 7 de julio de 2014

En Camisas de Once Varas: Gallear/Garlear.

En días pasados, después de defender –a capa y espada- el sentido, según nuestra opinión, que Delibes le da en varias de sus crónicas de esparcimiento cinegético, nos comprometimos a volver sobre la palabra gallear. Y aquí estamos.
Frente a acepciones que nos parecen un tanto absurdas, extraídas del DRAE por “expertos” -que para nosotros no lo son tanto- y ofrecidas en Cátedra Miguel Delibes, queremos dejar nuestra humilde opinión apoyada en el contacto que durante muchos años mantuvimos con nuestros abuelos y gente rural, donde no se podía culpar de error de imprenta sobre la palabra en cuestión, porque de imprenta –en el mundo rural- no se hablaba todavía. Si digo absurdas no es porque lo que el DRAE recoge sea absurdo (es correcto), sino porque no se adapta a la realidad del momento: una cosa es gallear (cubrir el gallo a la gallina, o presumir de hombría) y otra muy distinta es gritar ante un peligro inminente que es lo que hacían la marica (urraca) ante la presencia del raposo, o la perdiz ante el riesgo que suponían las escopetas de los cazadores, que es lo que el narrador nos dice.
Y vamos con la palabra gallear según el que suscribe:
Desde que creí necesario implicarme, para aclarar las diferencias que yo mantenía, y mantengo, con ciertos diccionarios y “expertos”, siempre dije que era necesario, y hasta imprescindible, ubicar la palabra en la zona en la que se usa porque si no, o bien no encaja con el entorno, o quedará fuera de toda realidad como palabra rural, sino más bien académica; algo que yo creo debemos evitar a toda costa.
No me cabe duda que en la zona en la que Delibes sitúa la acción de la pega (marica, urraca…) galleando o la perdiz que galleaba mientras se repullaba, la palabra es correcta y por eso la hemos defendido con todas nuestras fuerzas. Pero hay zonas (véase la mía) donde tenemos un grito unificado para todas las aves cuando se sienten amenazadas, este grito es: garleo. Las aves, cada una tiene su manera de hacerse notar mediante su canto: el gallo canta en el muladar, la gallina cacarea, el grajo grazna, etc. pero la palabra que sustituye a todas las voces de las aves de forma genérica, que nos indica cuándo están asustadas, es garlear: “sal a ver qué pasa en el corral, que las gallinas garlean” decía la madre cuando en el corral se alborotaban ante la presencia de la comadreja, rapaz ... “Allí anda el raposo se decía, mira como garlean las maricas”. “Los gansos son buenos guardianes del corral, porque en cuanto notan que un extraño entra en sus dominios en seguida garlean…” etc. etc. etc.
O sea, aquí, ahora y siempre fue:
Gallear.- Destacar, presumir, fanfarronear con o sin motivos aparentes.
Garlear.- Lanzar gritos de alarma las aves ante un peligro inminente para avisar a sus congéneres y ponerse a salvo. Este idioma -que todos entienden- es el garleo; éste era en el siglo XIX en esta zona, ignoro si antes también. Además –como recogemos el “Diccionario de Camporredondo”- también se aplica a aquél que grita desaforadamente para defender, o transmitir, su idea: “Calla que no haces más que garlear”.
Y esto es lo que quería aclarar sobre estas dos palabras: Gallear y Garlear. Una, recogida en el DRAE y la otra grabada en la mente de la gente rural desde hace muchos, muchos años:
CONSERVÉMOSLA.

domingo, 6 de julio de 2014

En Camisas de Once Varas: Entremijo.

1. m. Mesa baja, larga, de tablero con ranuras, cercada de listones y algo inclinada, para que, al hacer queso, escurra el suero y salga por una abertura hecha en la parte más baja.

Esta acepción aparece en el DRAE y de allí la ha tomado el autor del glosario de la Cátedra de Miguel Delibes. Por tanto es a los dos a los que dedicamos la foto que adjuntamos para que si ellos vieron un entremijo que era bajo, sepan que había de varias alturas y capacidades según el volumen de quesos que hubiera que hacer.

Ahí va nuestro entremijo: sobre él nuestra madre dedicó muchas horas para formar quesos que después vendía para colaborar al sustento de mi familia. Vaya para ella, y todas las mujeres de Camporredondo que hacían un queso excepcional, nuestro más emocionado recuerdo.

Sirva, también, la foto para los que creen que los herradones eran de latón.

RECORDEMOS EL PASADO, SON NUESTRAS RAÍCES.

viernes, 4 de julio de 2014

En Camisas de Once Varas: Cachear.

No sé dónde se cometió el error, pero que lo hay no me cabe ninguna duda. Vean:

Cachear
VHCV pp. 36-37
Una vez allí, daban vuelta a la tierra para que la paja pudriera y se orease la tierra. Luego binaban en primavera como si tal cosa, pero lo que nadie se explicaba es cómo se arreglaban para cubrir la semilla sin
cachear los surcos.
cachear.
(Del gall. cachear).
1.
tr. Registrar a alguien para saber si oculta objetos prohibidos, como armas, drogas, etc.
Cachear:
Registrar a una persona para quitarle las armas que lleva. (Diccionario Ilustrado de la Lengua Española)
Cachear:
En este caso, al referirse a los surcos, significa volver a arar entre surco y surco para tapar el grano recién sembrado. Al sembrar, el grano tiende a caer al surco, que es la parte más baja del terreno. Por tanto, después de sembrada la tierra, se pasaba el arado para que la tierra que estaba entre los surcos se desplazase y tapase la simiente. También se cachea la tierra cuando ésta está en barbecho, para quitar el forraje y tenerla limpia. En la actualidad se hace con la binadora. (Investigación de campo)


Así –tal cual- aparece en página 78 del DCRNMD y en Cátedra Miguel Delibes.

Todo este repertorio para explicarnos algo que no es. Esta vez, y sin que sirva de precedente, podía el “experto” haber acudido al DRAE que nos aclara perfectamente lo que significan las palabras “cachear” y, la que es correcta para la situación: “cachar” .

En fin, querido lector, si yo que caché los surcos para sembrar, que también sembré sin cachar el surco (que parece es lo que nadie se explicaba), si caché leña para el fuego, también caché patatas etc. le digo que nada tiene que ver cachar (abrir, dividir) con cachear (registrar) si hasta el DRAE nos lo dice claramente ¿debo entender que el llamado “experto” investigó donde hay que hacerlo?¿en el campo?

Repito y repetiré las veces que haga falta, para saber cómo sembraba el sembrador hay que ir y preguntarle directamente. No, desde detrás del escritorio nunca sabrá el “experto”, ni nadie, lo que es cachar el surco.

Quizá por eso en la imprenta, o en alguna parte, se ha cometido el error de confundir cachar con cachear. De lo que estoy seguro es que Delibes no lo cometió, él se informaba pegando la hebra -como decía- directamente con el sembrador.

Así que no, no señor “experto”, no se esfuerce usted dando explicaciones que no están a su alcance, y como ya no tiene usted ocasión -como tuvo Miguel Delibes- de acudir a ver sembrar con el arado romano -no el viñero no, el romano- acepte usted un humilde consejo: abra el DRAE y busque las dos palabras cuyas dos acepciones son correctas.

Y una última observación: si alguien está interesado en saber cómo se tapaba la simiente sin CACHAR el surco, con mucho gusto lo explicaríamos, pero me parece que a estas alturas el lector ya está al corriente.

NO CACHEEMOS AL SURCO, NUNCA FUE UN POSIBLE DELINCUENTE.



jueves, 3 de julio de 2014

En Camisas de Once Varas: Cuartear.

Cuando uno ha carreteado durante algún tiempo -con lo cual en algún atolladero se ha visto involucrado- teniendo que salir a base de cuarteos con el carro, bien porque el peso era excesivo, o porque el terreno estaba empantanado, o porque los machos se declaraban en huelga de tiros caídos… cuesta aceptar que te digan que cuartear es:

Cuartear v.tr. Dirigir el carro de derecha a izquierda y viceversa en cuestas y caminos en mal estado para evitar que vuelque. (Sic).

Esto es lo que aparece en la página 321 del DCT, y allí mismo nos dicen que algo parecido recogen el DRAE y el DUE. Imagínense la papeleta que se me presenta para demostrar que no estoy de acuerdo con ninguno de los dos diccionarios ni… con el otro.

Lo primero que se me ocurre es preguntar: Los caminos por los que transitaban estos carros ¿eran caminos o cañadas merineras? Tengo que preguntarlo porque para bajar, o subir, por un camino, cuarteando, se necesita un diámetro de giro difícil de alcanzar si no es una cañada. Otra cosa es que el trazado del camino sea en zig-zag para suavizar la pendiente, en cuyo caso el carro no cuartea, sino que sigue el trazado del camino que está adaptado para poder subir y bajar sin ningún riesgo, alargando la distancia, pero disminuyendo el % de la pendiente.

No sé si he conseguido mi propósito de demostrar que eso no es cuartear. En todo caso, ahora intentaré demostrar lo que, según este paleto, es cuartear con el carro, ya sea de varas o de yugo que eran los naturales de esta querida tierra castellana.

En principio dejemos sentado que cuartear en un camino es sumamente difícil, si tenemos en cuenta lo dicho sobre el diámetro de giro. Por tanto centrémonos sobre un carro que quedó atascado en un campo y que no hay forma, ni humana ni animal, de desatascarlo en línea recta.

Imaginemos: carro atascado, dos ruedas que no hay forma de hacerlas girar; pero el hombre que se ve en el aprieto piensa: las dos ruedas no giran y no tengo más fuerzas para intentarlo. ¿Qué hacer? Pues está claro: desatascar primero una rueda y después la otra. O sea, en vez de tirar de frente girar, ora a la izquierda, ora a la derecha y, a CUARTEOS, acaba sacando el carro del atolladero, llevándolo hasta donde está la tierra firme.

Tiene que quedar claro que desde aquí, donde tecleo, parece fácil, pero no, no era fácil, pero era una manera de sacar el carro del atolladero sin añadir nuevas fuerzas, porque no se tenían a mano.

Resumiendo: para bajar, o subir, una pendiente muy pronunciada se trazaba el camino en zig-zag y con el carro no se cuarteaba sino que se seguía la rodera. Para sacar un carro atrancado (atollado) se cuarteaba haciendo avanzar primero un rueda y después la otra y eso ¿cómo se llamaba?… pues eso CUARTEAR.

Y esto era cuartear con el carro para sacarlo del atranque (atolladero). No sé cómo se cuarteará con el carro desde un escritorio: yo soy de campo.


OPINIÓN DESDE EL, CASI PURO, LENGUAJE RURAL.

miércoles, 2 de julio de 2014

En Camisas de Once Varas: Birlocho.

Cuando comencé mi andadura por estos entresijos prometí hablar sólo de aquello que conociera directamente. Pero a medida que vamos caminando me he dado cuenta de que esa postura es muy cómoda y que, visto lo visto, hay que mojarse y cuando se ve algo con lo que no estás de acuerdo no hay más remedio que pronunciarse aun a riesgo de meter la pata hasta el corvejón.

Encuentro en Cátedra Miguel Delibes la palabra que hoy traemos hasta “En Camisas de Once Varas”: Birlocho.

Confieso que jamás la había oído, ni leído, hasta que leí “Diario de un cazador” de Miguel Delibes y, de pronto, encontré que un enfadado cazador dice: “… uno de esos birlochos llevaba seis pollos de perdiz del tamaño de gorriones. (…)". Como el hecho de matar pollos de perdiz de ese tamaño me parece reprobable e inadmisible, entendí que Delibes larga un merecido insulto al autor de tamaña burrada.

Pero claro, yo pensaba eso hasta que leo en Cátedra Miguel Delibes lo que a continuación, fielmente, reproduzco para que el posible interesado lo lea:

Birlocho
D1C p. 24
Uno de estos
birlochos llevaba seis pollos de perdiz del tamaño de gorriones.
birlocho.
(Del it. biroccio).
m. Carruaje ligero y sin cubierta, de cuatro ruedas y cuatro asientos, dos en la testera y dos enfrente, abierto por los costados y sin portezuelas.

Como el autor del glosario parece que tiene opinión distinta de la mía, creo que tengo derecho a defender aquello que a mí me parece y digo:

Birlocho.- El “cazador que escribe” está tan indignado ante lo que considera una barbaridad –matar pollos de perdiz del tamaño de gorriones- que evitando usar palabra malsonante, muestra su enfado llamando birlocho (todo menos cazador) al autor de tamaña bestialidad, impropia de un cazador.

Lo que no puedo entender es que los seis pollos de perdiz viajaran en un carruaje dentro del vagón del rapidillo (tren) donde les descubrieron los civiles.

¿Tendré que admitir que sabiendo manejar el DRAE se es experto en Delibes? ¿Es posible que mi admirado escritor se valiera del DRAE, y no de su contacto con la naturaleza, para escribir?

Y eso es todo lo quería decir sobre algo que desconozco.

Si no lo he entendido, perdón, quiero aprender. Pero para ello ruego que alguien que comprenda al escritor Delibes, me lo explique.

RUEGO RESPETO PARA LA OBRA DE "EL CAZADOR QUE ESCRIBE".


martes, 1 de julio de 2014

En Camisas de Once Varas: Encial.

Abrimos el DCT por su página 358 y esto es lo que encontramos respecto de la palabra…

Encial n.m. Acial. Serreta que se le pone en la boca al ganado para frenarlo. (Sic).

Si no hubiera sido porque el DCT añade la palabra “acial”, el que suscribe habría pensado que se referían a algún artilugio que yo desconocía y habría pasado de largo, dejando para otros más doctos (quizá algún experto) que nos aclararan lo que era y para qué servía, ya que el freno que nosotros conocemos para frenar a las caballerías son el bocado y el filete, o sea el conjunto que llamamos bridas. Pero es que además sigue diciendo el Diccionario del Castellano Tradicional “serreta que se pone en la boca al ganado…” Por eso no nos cuadra ni encial, ni acial, ni serreta. El encial suponemos que es algo próximo a las encías; el acial después explicaremos lo que es; y la serreta también tendremos ocasión de explicarlo en su momento, por ahora digamos que la serreta se ponía sobre la trenca del animal y no en la boca.

Pero para no darle más vueltas a la palabra, reproducimos fielmente lo que un día recogimos en el “Diccionario de Camporredondo” sobre…

ACIAL.- Artilugio hecho con dos palos unidos por un extremo a modo de tijera y por el otro con una cuerda. Se ponía sobre el labio de la caballería que, por el dolor que le producía, se estaba quieto para herrarle, esquilarle, etc.

Si -como parece lógico pensar- el lenguaje rural lo conocerán nuestros descendientes a través de “prestigiosos” diccionarios salidos de nuestras universidades, resultará que -como dijo un ilustre político referido a nuestro país- “no lo va a conocer ni la madre que lo parió”.

Y por aquello de que una imagen vale más que mil palabras dejamos representación fotográfica de lo que es el acial que luce espléndido en lo que pudo haber sido un hermoso museo de la vida rural.

CONOZCAMOS Y RESPETEMOS EL LENGUAJE RURAL.