jueves, 25 de diciembre de 2014

Ubre en el DRAE

Pastor ordeñando (forma tradicional), oveja, ubre, dos tetas con sus pezones y herra-
dón de barro cocido fabricado en las cacharrerías (alfarerías) de Arrabal de Portillo
Sobre la palabra de la que quiero hablar, creo haber hecho un comentario en anterior ocasión, además de haber enviado mi discrepancia -que fue admitida- al Diccionario de la Real Academia Española (DRAE).

Si insisto sobre el tema es porque sigo sin entender cómo es posible que ubre sea, al mismo tiempo, teta

Pregunto: ¿dedo es al mismo tiempo mano? Yo siempre he pensado que dedo es cada uno de los apéndices que forman la mano; por tanto, mano es el conjunto de dedos.

Según lo dicho, teta es cada uno de los órganos secretores de leche que, junto al pezón, conforman la ubre de las hembras.

He querido recoger lo que el DRAE dice referido a la ubre y aquí, fielmente, lo transcribo:


ubre.
(Del lat.uber, -ĕris).
1.f.En los mamíferos, cada una de las tetas de la hembra.
2. f.Conjunto de ellas.

Esto es lo que dice el DRAE. Seguramente esté científicamente demostrado, pero lo que dice la experiencia de, al menos, 170 años en el mundo rural es lo que sigue:

Ubre.- Conjunto de tetas por donde las hembras de los mamíferos segregan leche.

Ya en el siglo XIX –antes no lo sé- cuando en el mundo rural se decía que una oveja, u otra hembra, quedaba inútil de una teta estaba tetimanca. Si lo que enfermaba era el conjunto de tetas se decía que estaba ubrada; o sea inútil para segregar leche.

Después de lo dicho se me ocurren algunas preguntas. Por ejemplo: ¿cuántas ubres tiene una cerda? ¿Y una perra? ¿Y una burra, o una yegua? En el mundo rural todas estas hembras siempre han tenido una sola ubre, variando, de unas a otras hembras, el número de tetas.

¿Cuál es la definición más acertada? Pues cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Lo que creo es que la definición rural no deja duda sobre lo que se quiere saber: ¿Qué es la teta? Pues la teta es el órgano glanduloso por donde la hembra segrega leche y lo compone la propia teta más el pezón. ¿Qué es la ubre?: el conjunto de tetas.

Si he insistido sobre la palabra es porque la noche del 19 de diciembre de 2014, en un programa-concurso de televisión, preguntaron por la palabra ubre. Preguntó el presentador: “con la U, ¿cada una de las tetas de la hembra?”. A esta pregunta el concursante respondió: ubre, y fue válida la respuesta. Ante esta académica respuesta yo añadí: ésa es la ubre académica, la ubre rural es el conjunto de tetas.

Con lo que acabo de decir no aspiro a más que a satisfacer la curiosidad de aquéllos que, dentro de algunos años, o muchos años, se pregunten si esto siempre fue así. Y que, si aún quedan restos de lo que ahora tecleo, sepan que durante algunos siglos en los pueblos de esta parte de Castilla, donde se ordeñaban cabras, ovejas y vacas en cantidad, la ubre era conocida como lo que ya hemos dicho: CONJUNTO DE TETAS DE LA HEMBRA, término que un día cambiaron los académicos de la RAE.

¿Qué o quién sería antes, los rebaños de ovejas y las vacadas, o el DRAE? Seguramente cuando el diccionario nació los pastores castellanos y de otras latitudes ya tenían callo sobre la falange del dedo pulgar, de donde a mí ya me ha desaparecido tras llevarlo durante algunos años como recuerdo de haber ordeñado algunas ovejas. Y es que a base estrujar el pezón de la teta, para sacar la leche, se formaba el callo. ¡Qué tiempos aquéllos!

RECORDAD SIEMPRE QUE YO HABLO (QUIZÁS MAL) DESDE EL MUNDO RURAL.

lunes, 8 de diciembre de 2014

El arado romano

Aratrum: Lat. Instrumento agrícola o máquina para arar.

http://www.reprodart.com/kunst/egyptian/sennedjem_wife_fields_sowing_hi.jpg
Al parecer, el arado ya era conocido por las civilizaciones mesopotámicas y el antiguo Egipto. Apoyamos esta opinión en la pintura que existe en la tumba de SENNEDJEM (XIX dinastía) en la necrópolis de Tebas.

Podemos ver que la similitud con nuestro arado romano es bastante notable, si bien se aprecia un notable perfeccionamiento del nuestro sobre aquél.

El arado tal vez deba su origen a diversos tipos de azadas que fueron perfeccionándose hasta llegar al estado en que nosotros hemos conocido a nuestro arado romano, común o de madera, que las tres acepciones son correctas en Camporredondo.

Piezas que componen el arado romano

Impecable arado romano donación de mi primo Mariano (Q.E.P.D)

Rastral.- En los desplazamientos por caminos o carreteras el arado se transportaba de forma que la cama descansara sobre el yugo, por tanto el rabizo arrastraba por el suelo. Para evitar que la madera sufriera un desgaste excesivo se colocaba, en la parte que arrastraba, una placa fuerte de hierro. Esta placa tenía el nombre de RASTRAL.

Rabizo.- La parte de arrastre (tiro) del arado estaba formada por dos piezas. La última de estas piezas recibía el nombre de RABIZO y su cometido no era otro que unir el arado, a través de la clavija, el barzón y la mediana, con el yugo.

Clavijero.- Según el tipo de terreno (fuerte o ligero) o el grado de humedad, el arado tenía tendencia a profundizar más o menos. También influía la alzada (altura del par de animales). Para compensar este posible contratiempo, sobre el rabizo se practicaba una serie de taladros que, según necesidades, nos solucionaba este desequilibrio (primer taladro más profundidad y último taladro profundidad mínima). Esta serie de taladros se llamaba CLAVIJERO (taladros para introducir la clavija).

Velortas.- Si observamos las uniones entre el rabizo y el ventril (timón) y entre éste y la cama no eran uniones fijas, pero sí muy sólidas. Estas uniones se hacían mediante las VELORTAS, que eran unos cercos de pletina de hierro.

Pinas.- Las velortas podían adquirir algún pequeño juego y desplazarse, desajustando con ello la unión. Para evitar que las velortas se desplacen y puedan aflojar la unión, se las colocaba un pequeño clavo que impedía su desplazamiento. Estos pequeños pero interesantes clavos, recibían el nombre de PINAS.

Timón o vientre.- Habíamos hablado de dos piezas que formaban el conjunto de arrastre del arado, una era el rabizo y la otra el timón o vientre. La misión del timón o vientre no era otra que unir la parte más principal del arado con el rabizo y el yugo.

Cama.- No podemos hablar de piezas más o menos importantes –hasta la más insignificante es imprescindible- pero sí debemos decir que la pieza que da forma al arado romano es la CAMA.  Sobre esta pieza del arado se apoyan todas las demás: timón, esteva y dental.

Dental.- Con el dental queda formado el arado en su totalidad. Sobre él, en dos taladros hechos al efecto (uno a cada lado, los orejeros) se alojan las orejeras. Además sobre él se asienta la reja.

Telera.- La telera, o barra reguladora, servía para dar el ángulo adecuado entre el dental y la cama además de servir de refuerzo al dental si la reja se enganchaba en alguna piedra o raíz ocultas bajo tierra.

Esteva.- Sería imposible arar con el arado si no fuera dotado de un elemento para su control: la esteva. Con la esteva el arador va controlando la dirección del arado… izquierda-derecha, arriba-abajo y sobre ella se sujetaban los ramales para dirigir la yunta.

Mancera.- La mancera (empuñadura) -que forma parte de la esteva- se encarga de transmitir las órdenes del arador al arado.

Pescuño.- Si nos damos cuenta, entre la cama y el dental se fijan dos piezas que rematan el arado: reja y esteva, que son piezas sueltas. Estas piezas se encajan en una ventana hecha sobre la cama y, por presión, las fija una cuña de madera hecha al efecto: el pescuño.

Las orejeras.- Estas dos piezas -que pueden ser de hierro o de madera- van alojadas en los dos taladros (los orejeros) que ya dijimos se practican, a propósito, en el dental y son las encargadas de fijar la anchura del surco.

Reja.- ¿Qué haríamos sin la reja? Pues nada. La reja es la encargada de remover la tierra. En los orígenes del arado dicen –yo no estaba- que era de madera, por lo que es fácil deducir que la labor de la tierra tuvo que ser muy superficial.

Cornezuelo.- Aunque en la foto no puede verse -porque no lo tengo- en el final (punta) de la reja, para su transporte, se colocaba un trozo de cuerno hueco con la punta truncada (cornezuelo) para proteger a los animales de posibles pinchazos. Ya hemos dicho que el arado viajaba sobre el yugo y la punta quedaba muy cerca a del pecho de los animales de tiro.

Tareas propias del arado romano

Hasta aquí hemos descrito una brevísima historia y las partes del arado. Ahora intentaremos acercarnos a algunas de las tareas propias de este apero de labranza tan importante hasta la llegada de las nuevas herramientas agrícolas.

Si comenzamos por el Otoño por ser la estación en la que, en otro tiempo, se sembraba casi todo el cereal, diremos que con el arado romano se preparaba el terreno donde se repetía cultivo de cereal, cambiando únicamente de tipo o clase (trigo a cebada, cebada a centeno, avena, etc.) Para ello se aricaba el rastrojo anterior, o sea, se pasaba el arado por el surco del ciclo anterior, eliminando con ello hierba y otoñada que pudiera haber nacido y enterrando al mismo tiempo el rastrojo, quedando la tierra preparada para recibir el abono y la semilla para el ciclo siguiente.

Por ser ésta una labor superficial requería poco esfuerzo tanto para los animales de tiro como para el mozo de mulas. Por lo que acabamos de decir se tenía la opción de, con el mismo par de animales de labor hacer el doble de tarea. O sea que en vez de usar un arado por yunta se usaban dos. Necesario para ello era el yugo especial que podemos observar en la parte superior de la foto adjunta.

Con el terreno así preparado y cuando llegaban los meses de Noviembre y Diciembre, el agricultor, con la sembradera al hombro, y a voleo, repartía el abono de sementera y la semilla de la manera más uniforme posible. Una vez distribuido el abono de sementera y la semilla, con el arado romano se cachaba el cerro o panera del año anterior quedando la semilla para el nuevo ciclo en emplazamiento distinto al de la cosecha precedente.

Otra labor que se realizaba con este arado era al final del invierno. Sobre el terreno arado a vertedera en el otoño anterior (previsto para la siembra de remolacha, achicoria, etc,) lógico es que, además de apelmazarse la tierra, hubiera brotado hierba. Para eliminarla y además esponjar la tierra se recurría al arado romano, dándole al terreno una labor de arada a junto, o como algunos decíamos, arar a cordoncillo. Si se decía así era debido a que en vez de surco, después de arado el terreno, lo que quedaban eran unos surcos pequeñitos o cordoncillos.

Forma de transportar el arado romano, en la punta de la reja
se aprecia el cornezuelo. (Foto año aprox. 1950)

Pero aún había otras labores que se hacían con este arado. Por ejemplo, aricar el campo sembrado de cereal para eliminar malas hierbas, arrancando unas y enterrando otras. Para esta labor se usaba una reja más pequeña y se le ponían unas orejeras cortas con el fin de no perjudicar la raíz de la planta. De esta manera se eliminaba la hierba del surco y las orejeras se encargaban de enterrar parte de la que crecía en el cerro o panera.

Esta labor, si el aricador realizaba bien su tarea, facilitaba en gran manera la tarea de escarda por quedar la hierba muy concentrada en una franja del cerro o panera del surco.

Por último diremos que con el arado de madera o romano, se hacían los cerros o lomos para la siembra de la remolacha y, una vez extendido el abono, se cachaba el cerro quedando el terreno preparado, previo paso con la rastra, para sembrar la planta correspondiente.

Los gavilanes siempre presentes
Las procedencias del arado romano que se usaba en Camporredondo eran varias: se construían en el taller de Silviano Ortega (Camporredondo), Cayuela (Montemayor de Pililla), también en los talleres de San Miguel de Arroyo, Íscar, etc. pero destacaban los que se construían en los talleres del señor Máximo en La Parrilla que eran los preferidos por la mayoría de agricultores. Quizás observando varios arados juntos nos puedan parecer iguales, pero podemos asegurar que en su uso, sobre el terreno, había grandes diferencias.

Pero llegó el tractor, y el arado romano, común o de madera, en atención a los grandes servicios prestados, acabó abandonado en eras, pajares, corrales… o nos calentaron un rato en nuestras glorias. Algunos – pocos – tuvieron suerte y, si las “autoridades” los dejaran, podríamos admirarlos en algún museo. ¡ASÍ ES LA VIDA!



Camporredondo, Diciembre de 2014




















miércoles, 3 de diciembre de 2014

Los gavilanes

“No debemos fiarnos de las apariencias”

Sin duda con la humilde herramienta que hoy traemos hasta “La Pizarra de Gaude” se cumple esta sentencia. A ver... si muchos de vosotros vais paseando tranquilamente y veis este trozo de hierro tirado al borde del camino… ¿os molestaríais en recogerlo? Seguramente no. Quiero adelantar, por si alguien quiere devolverme la pregunta, que yo sí, la recogí y por eso os la presento y os diré por qué hubo un tiempo en que era imprescindible.
Dos piezas inseparables: el arado romano y, sobre la reja, los gavilanes

Los gavilanes, por su sencillez y facilidad para su confección, solían hacerse en la fragua del pueblo, o bien procedían de otras fraguas de pueblos limítrofes.

Es herramienta sencilla, imprescindible en numerosas ocasiones para el buen funcionamiento del arado romano. Es así porque si arabas en terreno donde hubiera broza, yerbajo, grama... etc. -en otro tiempo muy abundantes- éstos podían enredarse alrededor de la telera o la cama del arado, haciendo imposible continuar el surco sin hacer uso de ellos. Al tiempo que con una mano se conducía el arado sujeto por la mancera, con la otra, mediante certeros golpes con los gavilanes, dado el filo que debían tener, se liberaba al arado de la hierba que pudiera haberse enredado en él.

Con lo explicado hasta ahora hubiera sido justificación suficiente para que el arador no pudiera prescindir de los gavilanes, pero es que, además, cuando se araba en tierra fuerte y si el terreno estaba un poco pesado (húmedo) la tierra quedaba pegada al arado, por lo que se hacía imposible seguir haciendo surco. La única forma de liberarse de aquel pegajoso montón de tierra era a través del servicio que hacían los gavilanes; se les hacía pasar por uno y otro lado de la cama, con lo que la tierra despegaba y la tarea podía continuar.

Hemos podido constatar lo fácil que es que una herramienta sencilla, pero que tanto servicio prestó al labrador, desaparezca sin dejar rastro, pues estoy seguro que si hoy la dejamos abandonada al borde de cualquier camino, como antes decía, nadie se molestaría siquiera en agacharse para recogerla. Gran parte de los que hoy cultivan la tierra (agricultores del año 2001) nos han preguntado por el nombre y el uso que de esta herramienta se hacía. ¡Qué pena! 

Vamos con una curiosidad: El hecho fue que dos aguerridos mozos transportaban achicorias hasta el tostadero de Iscar. Como el viaje era largo, natural era que llevaran merienda para el camino. En esto, a uno de ellos -que eran amigos y además quintos- se le ocurrió gastarle una broma al otro, relacionada con las viandas. Pero el otro, lejos de aceptar la broma no aceptó ni aún las disculpas que su amigo el bromista le ofreció.

Como al parecer, dada la gravedad de los hechos, no había solución posible, el bromista le ofreció solucionarlo en el campo del honor y, a pesar de que no llevaban esa herramienta en el carro, le propuso: ¿Quieres que rompamos la vara de los gavilanes en nuestras costillas? No hace falta decir que a partir de ese momento las aguas volvieron a su cauce y los gavilanes siguieron prestando el servicio para el que estaban destinados: limpiar el arado romano o el de San Martín.

Queda claro que los gavilanes –en otro tiempo- fueron importantes, pero que hoy sólo gracias a los sentimientos que aún perduran en una parte de la sociedad moderna podemos contemplar esta sencilla e interesante herramienta. ¡Ojalá que haya continuidad!


Palabras de uso poco corriente usadas en el escrito:

CAMA.- Pieza curva de madera de encina que daba forma al arado romano y que unía dental, esteva y timón.

GRAMA.- Planta rastrera que se propaga con suma facilidad. Tallos largos y rastreros en otro tiempo de muy difícil erradicación (hoy se combate con herbicidas) que se enredaban en la telera o la cama y sólo con los gavilanes se podía liberar.

TELERA.- Barra cilíndrica (también llamada barra reguladora) de hierro que une cama y dental para dar a éste mayor consistencia.

TOSTADERO.- Horno donde se secaba y tostaba la achicoria y de donde salía empaquetada como sucedáneo del café.

YERBAJO.- Conjunto de malas hierbas que nacen en un terreno.