martes, 28 de julio de 2015

Cardancha

Vamos a ver si ponemos un poco de orden en todo este galimatías.

Cardancha
DVSC p. 98
-Y esto ¿qué es?
-Una
 cardancha.
-Y ¿para qué sirve?
-¡Tóo, para cardar lino! Antaño estos vallejos no daban otra cosa.
A Víctor le espoleaba una curiosidad insaciable:
-¿Qué años hará de eso?
El señor Cayo se rascó ruidosamente la barba:
-Ponga setenta años, menos no. Era yo un chiquito entonces.
-Y ¿por qué dejaron el lino?
-Era muy esclavo, mire.
-¡Ostras! -terció Rafa-, aquí todo dios llega a viejo.
El señor Cayo hizo una mueca de suficiencia:
-Otra cosa no -dijo- pero sano sí es esto.

Cardancha:
 En boca del señor Cayo: "Sirve para cardar lino".
Cepillo plano y grande con un agarradero que lleva unas púas de hierro que terminan en forma de gancho para cardar la lana de las ovejas o los caballos. Después de cardar las ovejas se obtiene lana. A los caballos se les pasa la cardancha para llevarles más decorosos a las ferias de ganado. Sinónimo de cardancha: bruza. (Investigación de campo)

Sin quitar ni poner, esto es lo que aparece en Cátedra Miguel Delibes y un poco más resumido en el librito “Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes” editado por Fundación Instituto castellano y leonés de la lengua y el mismo librito editado por ediciones Cinca.

Como podemos apreciar el señor Cayo nos dice, al parecer correctamente, lo que es la cardancha.
Aquí, en el Camporredondo de mis amores, todo útil que servía  para cardar se le llamaba carda.

La cardencha es la planta a la que se refiere correctamente el DRAE y cardancha jamás lo había oído, lo cual no quiere decir que no exista. Simplemente mi culturilla no llega hasta allí.

A partir de ahí tenemos el problema de si comprendemos, o no, lo que es el aparatejo y el uso que hacemos de él.

Leyendo la interpretación del “experto” en Delibes, casi llegamos a pensar que los caballos también tienen lana.

Pero bueno, es cuestión de interpretación. Lo que no admite lugar a dudas es que no es lo mismo la cardencha (carda) para cardar la lana, o el lino, que la rasqueta, peine o almohaza (de las tres formas se llama) con la que se peina, rasca y limpia al ganado mular o caballar, se lleve o no a las ferias de ganado. Es sencillamente una forma de mantenerlos limpios, y puedo asegurar que, quien más quien menos, mantenía sus animales limpios y aseados.

Como creo que cardar lana o lino no deja lugar a dudas de cómo se hacía y la herramienta que se usaba, nos centraremos sobre los útiles de limpieza que yo usaba para mantener lo más limpios posible a los animales de labor.

Los útiles usados eran dos: la rasqueta, peine o almohaza y el cepillo. Con la rasqueta –la misma palabra lo dice- se rascaba el cuerpo del animal que, dicho sea de paso, le producía una enorme satisfacción. Al mismo tiempo se desprendía toda la suciedad de barro o excremento que pudiera tener pegado al cuerpo y con el cepillo de cerdas vegetales se le cepillaba, quedando bastante aseados y decorosos, aunque no tuvieran que ir a la feria de ganado.

Decíamos: la cardancha o cardencha como muy bien define el DRAE, puede ser una planta (cardo), o puede ser una carda para limpiar y cardar la lana o el lino (insisto en que la palabra cardancha jamás la oí).

Sin embargo la rasqueta es… bueno vale más una imagen que mil palabras, o eso dicen, así que os presento una rasqueta usada hace ya algunos años por el tecleador que esto aporrea. Al lado de la rasqueta, el cepillo. El animal no lo ponemos al lado porque ocuparía demasiado espacio, pero como vosotros los conocéis de sobra, pues eso que nos evitamos.

Final. Cardencha/cardancha: cardar, sobre todo lana y lino -> carda.

Rasqueta y cepillo: limpieza del ganado mular, asnal, caballar...

Así que queda claro que no son la misma cosa ¿qué os parece? Yo creo que a nadie se le ocurriría pasar a un animal la cardancha, cardencha o carda para llevarlo decoroso a la feria. Entre otras cosas porque el animal no lo consentiría ni poniéndole el acial.

¡Ah! se me olvidaba: la lana se cardaba después de esquilar las ovejas. Lo digo porque el "experto" nos dice que “después de cardar las ovejas se obtiene lana” y no, no, no, primero se esquilan y después se carda la lana. ¿En alguna parte se carda a las ovejas?  “Unos llevan la fama y otros cardan la lana”.


Rasqueta, almohaza (peine entre nosotros)
Rasqueta... vista superior.


Cepillo para asear las caballerías... y para más cosas
Cardancha o cardencha (carda por estas tierras)


Camporredondo, 9 de julio de 2015































martes, 21 de julio de 2015

Además de cacanalona

Ya que, de pasada, en anterior entrada he aludido al periódico ABC en referencia a la inexistente palabra cacanalona, no quiero dejar de referirme a otras lindezas de las que hace alarde Antonio Astorga en su “Hemeroteca > 12/03/2007> Miguel Delibes: <<El revanchismo debemos enterrarlo, pero antes a los muertos >>”. Dice el ¿periodista? : “…y permanecerá esa Castilla de 1950 donde se enjaretaba a los machos para la fiesta (…)”. Ya sé que ha transcurrido mucho tiempo desde que alguien se inventara, o no entendiera, esta frase que parece que tanto ha llamado la atención de analfabetos y absolutamente ignorantes del mundo rural. Pero por eso precisamente me veo obligado, una vez más, a salir al paso para retar a los sabios doctores cum laude,  periodistas que no investigan, gente que se acerca al mundo rural para sentirse importantes porque nadie les va a criticar sus absurdos razonamientos sobre este mundo tan maltratado por todos. Digo: reto a todos estos ilustres personajes, o personajillos, a que me presenten un testigo que en los años 1950 enjaretara a los machos para las fiestas.

Creo que aún no han aprendido a discernir entre enjaretar y engalanar, que esto último sí hacíamos los hombres de campo en las pocas fiestas que podíamos disfrutar. Nosotros, yo mismo, con mi juventud a cuestas (1942), engalanaba los machos para ir a la fiesta de nuestra señora de El Henar. Este día se engalanaban los machos, caballos y demás animales de tiro para acudir a la fiesta.

Había dos días casi seguros a lo largo del año en que se engalanara a los machos. Uno acabamos de comentarlo: la fiesta de la virgen de El Henar en el que sobre la pradera, junto a los carros y sobre una manta tendida en el suelo, se daba buena cuenta de la merienda preparada por la madre la noche anterior.

Otro de los días que se engalanaban los machos era cuando se limpiaba el grano y se acarreaba y costaleaba hasta el desván (sobrao) de la casa. Este día también había algo que celebrar, era el día que se aseguraba el humilde cocido para todo el año.

Así que ilustres personajes que garabateáis sobre el papel, os ruego; no, no, os ruego no, os exijo un poco de respeto a este mundo para todos vosotros desconocido, pero que seguramente si os raspáis un poco vuestra piel saldrán gotas de sudor de vuestros abuelos.

Respeto sí, respeto. Nosotros distinguíamos entre enjaretar y engalanar, por eso no tratábamos de enjaretar a nadie lo que no quisiéramos para nosotros, y cuando teníamos algo que celebrar engalanábamos a nuestros compañeros de fatigas: machos, caballos, burros, bueyes… y no sabéis, no podéis comprender, lo satisfechos que nos sentíamos. Respetad la memoria de vuestros antepasados.

Quizá vosotros sí, enjaretáis, nosotros apechugábamos con nuestras dificultades y cuando teníamos algo que celebrar engalanábamos a nuestros compañeros de fatigas que, os puedo asegurar, eran muchas.

Es posible, "ilustres doctos", que  hayáis oído la palabra enjaezar y eso os confunda (no sabéis lo que significa) por eso os digo: nosotros éramos más humildes, sólo engalanábamos, humildemente, a nuestros animales de tiro. No, nuestros jaeces se limitaban a poner los bridones con sus collares de campanillas y cascabeles,  y poco más, pero eso nos hacía mucha ilusión.


Camporredondo, 15 de julio de 2015

martes, 14 de julio de 2015

Cacanalona

Nogala.- (rural) se dice del nogal solitario y por lo general muy frondoso.

Olma.- (rural) se dice del olmo solitario y, generalmente, de extraordinario desarrollo.

Peza.- (rural) decíamos del pez del arroyo que excedía del tamaño corriente.

He querido comenzar de esta manera para si  -llegado el momento- nos sirve de referencia.

Desde que salí a la palestra en defensa de palabras rurales que yo creí que estaban en peligro de desaparecer, siempre me moví en el entorno de mi pueblo y, a veces, me alejé un poco, pero siempre sin rebasar el límite de mi vieja Castilla, que no está mal para un, absolutamente, iletrado.

Digo esto porque la palabra de hoy a mí me parece que ha rebasado los límites de mi pretensión: el lenguaje rural castellano. La palabra, según nos dice el señor Urdiales, es:

Cacanalona

Es ésta una palabra que, en mi ya larga estancia en este valle de lágrimas, jamás había oído. Por lo que acabo de decir, he procurado buscarla por tierra, mar y… ríos. Al llegar al río Navia, que es donde nos sitúa Delibes con sus “Mis amigas las truchas”, y no habiéndola encontrado por ninguna parte del lenguaje rural castellano pensé: es posible que cacanalona sea palabra del lenguaje gallego (lo mismo que el río) y hasta allí llegué. Pero por más vueltas que he dado, nada, allí tampoco he encontrado nada.

Como creo que la “azotea” sirve para algo más que para llevar la visera, seguí pensando y sólo puedo decir que llegué a esta conclusión: la palabra tiene que ser un posible error de imprenta. Porque no quiero pensar en el informante tartaja, y la palabra sea canalona. ¿Por qué canalona? Volvamos arriba, al comienzo del escrito. Si nogala, olma y peza pudieron ser ¿por qué canalona: se dice del canalón que se sale de madre por su tamaño, no pudo ser? He dicho que pudo ser error de imprenta pero, ¿se cometió el mismo error en Cátedra Miguel Delibes y en los dos diccionarios del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes? Yo creo que debemos buscar el  error en otra parte.

Lo que no puedo es dar por buena la palabra cacanalona –como parte del lenguaje rural castellano- porque me suena a -por decir algo- chino.

Si no hubiera venido precedida de otras que, efectivamente, solo fueron fruto de la imaginación de su autor, seguramente lo habríamos dejado correr.

Por todo lo expuesto, quiero decir y digo: en el entorno en el que me muevo esta palabra nunca ha existido. Por lo que la dejamos en suspense esperando que alguien, que sepa más, nos proporcione alguna referencia. Todo menos -aquí y ahora- parir un palabra, e incluirla en el grupo de palabras en trance de desaparecer sin  más que acabar de nacer en el capricho de su autor. Aquí lo dejo… (4 de junio de 2015).

… y aquí sigo. (27 de junio de 2015). Presumo de disfrutar de toda la obra de Miguel Delibes, pero en este caso -y algunos más- (es el precio de prestar libros) “Mis amigas las truchas” no aparecía. Comoquiera que yo lo había leído y no había encontrado la palabra en cuestión, cuando llegué a los muy afamados, y bien publicitados, “diccionarios” me sorprendió el palabro.

¿Os acordáis que no ha mucho, porque lo había leído en algún periódico, yo decía: “Delibes ya tiene su diccionario”? pues aquí tenéis otra muestra del llamado “diccionario” de Delibes. He dicho y vuelvo a decir: ¿cómo es posible que Delibes tenga un diccionario con palabras que no existen y que jamás usó el escritor?

No sería demasiado pedir que dejemos descansar en paz al escritor. Dediquémonos al estudio y disfrute de su obra, podemos aprender mucho y, además, nos hace falta. Pero, de momento, admitamos nuestra ignorancia en el lenguaje rural y en la obra de Miguel Delibes.

Aparecido el libro, sin más, transcribo lo que el escritor escribió en “Mis amigas las truchas” en el pasaje del río Navia. Escribió:

“El Navia es un río incitante que aquí se ciñe a una CANALONA (¿qué decía yo más arriba?) tumultuosa no más ancha que un par de metros y allá se explaya en una vadera que uno no es capaz de franquear de un lance con cucharilla del 3. (…)”

Y ya sólo añadir que la palabra cacanalona tampoco aparece entre la correspondencia que el "experto" mantuvo con el escritor y se nos ofreció en el “diccionario” editado por ediciones Cinca. ¿Será otra de las subrayadas por el escritor?

Comencé esta entrada el pasado 4 de junio y la cierro hoy en:

Camporredondo, 27 de junio de 2015

PD. Advierto –sólo es un hombre de campo el que advierte- sobre el peligro que representan diccionarios tan poco rigurosos para la protección de palabras que están en claro retroceso. He encontrado en varios  periódicos (ABC entre ellos)  que entre las palabras que admiran se encuentra cacanalona. Sólo decir que, como queda claro en mi escrito, Delibes jamás usó palabra que no existiera. ¿Deberemos protegerla? Esta palabra la incluyen entre sus páginas de cultura… ¿cultura? Me resisto a creer que ésta sea la cultura de nuestra prensa.

miércoles, 8 de julio de 2015

Boruga 2

En fecha 4-6-2014 en “La Pizarra de Gaude “sección “en camisas de once varas” ya hice un  comentario sobre esta palabra.

Al observar que ahora el autor del “diccionario” ha incluido alguna mejora pensé: algo debemos mejorar para ponernos a tono con el nuevo-viejo “diccionario” y ahí va:

Quiero y debo agradecer la mejora, porque con ella sé que la boruga -que yo desconocía- no es exclusiva de Cuba y República Dominicana (países de las Antillas) como nos dice el DRAE y recoge el autor en el “diccionario” editado por Instituto castellano y leonés de la lengua. Ahora, en el editado por ediciones Cinca, nos amplía la zona y parece que el refresco es común a las 13 islas antillanas: gracias.

Dice el autor en la mejora incluida en el “Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes” editado por ediciones Cinca:

Boruga: En las Antillas, refresco de requesón batido con el suero de la leche y azúcar. (Investigación de campo)

Sin embargo, me llama la atención que en la correspondencia que, al parecer, mantiene el autor del "diccionario" con el escritor, la palabra boruga -que ahora nos ocupa- no aparece incluida entre la correspondencia que nos ofrece en el último diccionario. No tengo por qué dudar, ni dudo, de lo que el "experto" autor nos dice: "Boruga: una fase del queso. (Miguel Delibes, 1 de octubre de 2003)"

Pero lo que me sugiere es una pregunta: en la entrevista que para el periódico El Mundo concedió a la periodista Pilar Ortega Bargueño, en la que, parece, que el escritor no se muestra muy satisfecho con la obra de Jorge Urdiales, entre otras cosas, Delibes dice: “… No subrayó mis subrayados. En ese diccionario hay palabras de pueblo y palabras de región. No todas valen…” (el recorte del periódico ya lo incluí en una entrada previa). Entonces -porque no lo entiendo- pregunto: si en la correspondencia que Urdiales nos ofrece, Delibes contesta a todas las palabras consultadas, sin subrayar ninguna, ¿se refiere el escritor a otra correspondencia no presentada a sus lectores por el señor Urdiales? Me surge la pregunta porque me sorprende que Delibes nos diga que boruga es una fase del queso, cuando parece ser -yo lo desconozco- que el refresco se obtiene batiendo la cuajada con el suero añadiéndole azúcar. Por tanto, nada que ver con aquello que, después de elaborado, será queso.

Resumiendo: boruga es un refresco que se obtiene batiendo la leche cuajada con el suero y añadiéndole azúcar. ¿Qué tiene que ver el queso con el refresco? Sí claro: los dos son derivados de la leche, sí: como el yogur. En este caso cuajamos leche con el ánimo de hacer un -no me cabe duda- buenísimo refresco. El queso lo haremos en otro momento, de la forma que ya dijimos en “La pizarra de Gaude” “El queso de Camporredondo”.

Nota aclaratoria: Sí, ya sé que el DRAE al referirse a la boruga también le da el significado de requesón… Pero es que yo, que sólo soy un humilde hombre de campo digo, porque así fue, al menos, desde que en mi pueblo se hacía el queso: la cuajada y el requesón son dos productos derivados de la leche; pero no son lo mismo. La cuajada se obtiene al cuajar la leche y el requesón se obtiene del suero hirviéndolo después de separarlo de la cuajada. Sí, sí, sí, los dos son derivados de la leche, pero son distintos… ¿el queso también es requesón?

Reconozco que soy obstinado (cabezota) pero es que no hay nadie que rebata lo que digo: yo cogía el herradón y ordeñaba las ovejas. Después mi madre filtraba la leche, le añadía el cuajo y la templaba para que cuajara con más rapidez. Una vez cuajada, separaba la cuajada y el suero. Con la  cuajada hacía el queso y del suero –previa cocción- sacaba los buenísimos requesones. Los residuos de este proceso se daban a los cerdos que, dicho sea de paso, iba muy bien.

Añadimos un esquema que, creo, es aclaratorio. La fase del queso la forman las casillas 1 al 8, y la fase boruga la forman las casillas 1 al 3 y  9.



1
.-
Leche filtrada
2
.-
Cuajo
3
.-
Leche cuajada
4
.-
Cuajada
5
.-
Suero
6
.-
Queso
7
.-
Requesón
8
.-
Residuos. Suero para los cerdos
9
.-
Boruga.

Curiosidad: en la tercera edición del Diccionario de la Lengua Castellana (1791), la palabra boruga no estaba recogida.

Camporredondo 12 de junio de 2015


miércoles, 1 de julio de 2015

Brerial

Brerial
AVD p. 172
(...) la perdiz se refugiaba en perdidos y
breriales.
Breriales:
Forraje que se cría en el campo: escobas, retamas, emperejutas, brezos, etc. (Investigación de campo)

No, ya no me sorprendo ante cualquier “burrada” que pueda encontrarme.

Hace algún tiempo, me sorprendió una palabra que encontré en el “Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes”, editado por el Instituto castellano y leonés de la lengua. No obstante pensé: quizás mi cultura no da más de sí y ahí me quedé.

Ha sido ahora, repasando las “mejoras” que nos dice el autor que ha añadido, cuando he vuelto a encontrarme con la dichosa palabra que entonces, por pura ignorancia, acepté. La palabra, como podéis ver más arriba es: Brerial.

Deseando ampliar mi culturilla –que falta me hace- me dije: voy a ver a dónde enfocó Delibes el significado de la palabra y así sabré a lo que se refiere. Uno -éste que aporrea las teclas- ni por asomo, conoce todas las palabras rurales. Entonces volví a ojear “Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo” y al llegar a la página 175, Destinolibro 1ª edición 1985, dije: ¡joder, aquí está lo que Delibes escribió! Pero resulta que Delibes no escribió breriales, sino BREÑALES. Esto sí, me cuadra, pensé. Breñal o breñar: sitio de breñas. ¿Qué es sitio de breñas? Pues un sitio de quebradas (de difícil tránsito) y lleno de maleza (zarzas, yerbajos…). Así sí, nos vamos aclarando.

Si se dan un garbeo por “La pizarra de Gaude” verán que repetidamente digo: “o no leemos a Delibes, o no comprendemos lo que dice”. No hace falta repetir por qué lo digo: “para muestra un –otro- botón” como ya he dicho en más de una ocasión.

Pero lo que ya se sale de madre es con lo que el autor del “diccionario” remata la faena. Lo mismo que tantas otras veces, dice: (investigación de campo). Y yo digo lo que tantas veces digo: ¿dónde se investigó? Es que, a los que seguimos los “diccionarios”, nos facilitaría mucho el trabajo: si yo supiera algo sobre el informante, me pondría en contacto con el lugar o la persona (Castrillo de Tejeriego, Santa María del Campo… y algunas más), y sólo así podría darse por válida la investigación y protección de la palabra rural que deseamos proteger. Yo creo que nos queda una reflexión:

Navegando, navegando, -creo que se dice así- encontré un día: “Delibes ya tiene un diccionario”. 

Reflexionemos: ¿Delibes tiene un diccionario que se titula “Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes”? Entonces yo digo: ¡cáspita! ¿Cómo puede Delibes tener un diccionario de su propia narrativa, con palabras rurales que no existen y que, además, él no escribió? ¿Cómo que Delibes tiene un diccionario? El que decía esto no estaba bien informado. Este informante debería saber que Delibes tiene dos diccionarios en la narrativa de Miguel Delibes y otro que se titula “Diccionario de expresiones populares en la narrativa de Miguel Delibes”, o sea, tres “diccionarios”(a cual “mejores” los tres), escritos por el mismo autor ¡no restemos méritos al experto!

Mi razonamiento final: cuando pase mucho tiempo, nuestros descendientes quizá quieran saber cómo hablaban sus bisabuelos. Para ello consultarán unos “diccionarios” que habrá en la biblioteca escritos por un señor, muy preparado, basados en la narrativa de Miguel Delibes que fue un escritor que manejaba el lenguaje rural a las mil maravillas. ¡Vaya referencia! mejor imposible. Entre las palabras que encontrarán estará ésta que hoy nos ocupa y darán por bueno lo que el diccionario dice. No en balde lo escribe un doctor cum laude en ciencias de la información que, además, se apoya en la narrativa de Delibes. Y así, y a partir de ese momento entrará en el lenguaje rural la palabra brerial, que nunca existió, y saldrá la palabra breñal porque un señor que no sabía lo que era el campo -porque nació y se crió en la gran ciudad- así lo dejó escrito.

Por otra parte intentarán navegar por el internet de turno y encontrarán con lo que un paleto escribió, y exclamarán: ¡Qué paleto más ignorante! no sabía lo que era un brerial, lo llamaba breñal, al collarón le llamaba collerón, no sabía que el herradón donde ordeñaba sus ovejas era de latón, él decía que era de barro cocido porque le hacían los alfareros de Arrabal de Portillo, tampoco sabía que la liebre estaba encaderada, el analfabeto decía que la liebre estaba escaderada… bueno, bueno, bueno, es que no pegaba ni una. Además dicen que fue pastor. ¡Qué brutos debían de ser aquellos paletos!

Otro comentará: fíjate si sabría el Urdiales éste, que hasta le apoyaba la Cátedra Miguel Delibes, la Fundación Miguel Delibes, la Excma. Diputación de Valladolid, el Instituto castellano y leonés de la lengua, el periódico El norte de Castilla… y el Ministerio de cultura dice que hacía posible que impartiera clases por colegios e institutos y, además, daba charlas por los pueblos que creo lo subvencionaba La Diputación de Valladolid… ¡vaya currículo!

Bueno pues… querido lector, sigo pensando; pensando porque yo no lo entiendo… ¿y tú?

Camporredondo, 25 de junio de 2015