lunes, 31 de octubre de 2016

Empatadera

En tiempo pretérito dejé esta palabra para ver si más adelante me la aclaraban un poco más. La dejé al encontrarla cuando repasaba otras “lindezas” que nos brinda la “Cátedra Miguel Delibes”. Me llamó la atención porque pensé: ¿no necesitará una aclaración –en la obra de Delibes- aparte de la que nos ofrece el Diccionario de la Real Academia?

El glosario de Cátedra Miguel Delibes, según su autor, dice (sic):

Empatedera

ELCM p. 84

(...) forzarle a una opción, equivaldría a buscarle una empatadera.
empatadera.
1. f. coloq. Acción y efecto de empatar y suspender una resolución, o por obstáculo sobrevenido, o por contrarresto hecho, como sucede en el juego de los naipes. Salió Julián con la empatadera, y cesó todo.

Así lo encontré en el glosario de la cátedra que, como vemos, se ha limitado a copiar y pegar lo que la RAE dice.

El Diccionario de la Lengua Española (DLE) dice:

empatadera
1. f. coloq. p. us. Acción y efecto de empatar y suspender una resolución, o por obstáculo sobrevenido, o por contrarresto hecho, como sucede en el juego de los naipes. Salió fulano con la empatadera y cesó todo.

Delibes, bajo mi punto de vista, y creo que acertadamente, siempre que se le presenta la ocasión echa mano de las palabras que están gravemente amenazadas de desaparecer y las usa. Así, en “Diario de un cazador” dice: “Si me dijeran que eligiese entre Anita y la escopeta me buscaban una empatadera”. ¡Claro coño, pues claro! si le proponen eso le buscan un problema de muy difícil solución.

Por mi parte, en vez de seguir dándole vueltas, quiero ahora presentaros una forma seria de entender a Delibes y su narrativa:

EMPATADERA. f. conflicto prácticamente irresoluble: “El hombre-cazador no sabría prescindir del campo y en no pocos casos forzarle a una opción equivaldría a buscarle una empatadera” (El libro de la caza menor, p.83).

Con esta explicación hasta yo, que voy justito, justito, he entendido lo que es empatadera: al hombre-cazador se le presenta un conflicto de difícil solución si tiene que elegir entre el campo y, en no pocas ocasiones, otras opciones. Y esto sin tener que recurrir al Diccionario de la Real Academia Española (DLE).

Bueno, pues esto se consigue leyendo y comprendiendo a Delibes. Así lo encuentro en el libro “En torno a las palabras de Delibes” editado por Ediciones Castilla, cuyo autor es Luciano López Gutiérrez al que, dicho sea de paso, no tengo el placer de conocer más allá que a través de las ondas hercianas y sus obras.

Aprovecho la ocasión para decirle a D. Luciano: lo mismo que dije a otros, y aceptaron, su casa la tiene en...


 Camporredondo, 27 de octubre de 2016

lunes, 24 de octubre de 2016

¿Galloga, o gayuba?


¿Cómo se llama esta planta?
¿Por qué será que cuanto más me alejo de mis años jóvenes más me gusta aprender? Me viene a la chinostra, azotea, crisma… cabeza al fin y al cabo –sin pretender paralelismos- aquella frase de Sócrates que, al ser preguntado, “¿para qué quieres aprender a tocar la lira, Sócrates, si vas a morir?" , el sabio respondió de la forma que sólo se les ocurre a los sabios: “pues para tocar la lira antes de morir”.

En mis años más jóvenes –cuando empecé a tener tiempo para leer, y leí, a Delibes- encontré la palabra galloga en varios libros de la dilatada obra del escritor. Tengo que decir que conozco la planta de la fotografía. Pero también debo decir que nunca me preocupé por saber su nombre. La encontraba en la lectura y pensaba, bueno pues… una planta más de las que hay en la naturaleza cuyo nombre ignoro.

O sea: conocía la planta, leí en Delibes galloga, pero nunca fui capaz de relacionar mi conocida planta con la galloga del escritor.

Es ahora, cuando al escuchar un programa de radio oigo la palabra galloga en la narrativa de Delibes me digo, ¡anda! Mira por donde voy a aprender el nombre de la planta. Esto me ha animado, ahora, a pesar de que ya lo había visto en otros libritos editados por Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua y Ediciones Cinca. Pero sólo ahora me ha picado el gusanillo por saber si la planta galloga a la que hace mención Delibes es la descrita por el “experto”.

Establecida la relación de la planta que yo conocía, con la descrita en la radio, en la Cátedra Miguel Delibes y libritos varios, me dije: sólo me queda saber en qué zona de Castilla y León se conoce a esta planta con el nombre de galloga. He buscado, y todos caminos me han llevado a la misma meta: la planta descrita, o no lo he entendido o se llama gayuba.

Como no tengo forma de saber si la galloga de Delibes se refiere a la misma planta de la foto, y como me gustaría saber -antes de que sea tarde- en qué parte de Castilla y León se conoce la gayuba con el nombre de galloga pregunto a aquéllos que visitan de vez en cuando “La Pizarra de Gaude: ¿seríais tan amables –que lo sois- de ilustrarme diciéndome si existe relación entre la planta que muestro en la fotografía y la palabra galloga tan utilizada por Delibes? y si existe ¿en qué zona?

Y sin más por la presente… recibid un abrazo campero desde


Camporredondo, 14 de octubre de 2016.

lunes, 17 de octubre de 2016

Galápago

Comprenderéis, amigos, que si Delibes habla de ovejas -y su “experto” también-, si un ex-pastor no se pronuncia acerca del tema, quedaría un poco deslavazado ¿o no? ¡Pues vamos allá!:

Galápago
LR p. 145
(...) pues según sabía por el Centenario, la oveja que come centellas cría galápago en el hígado (...)
Galápago: En las ovejas, enfermedad que las lleva a la muerte después de unos 10-15 días. Es una especie de cirrosis. El animal va languideciendo y mostrándose triste hasta que, finalmente, muere. (Investigación de campo)

Os lo presento tal cual aparece en Cátedra Miguel Delibes (y en los “diccionarios” del mismo autor que publica al amparo de la Cátedra). Pero hay más: en el programa “Es el campo” de Es radio CyL, (5-10-2016) tuve ocasión de escucharlo y observé que el “experto” en nada ha variado su manera de entenderlo, sino que lo ha ampliado. Dice, exactamente, lo mismo que ya dijo en sus intervenciones anteriores en los otros medios, más su explicación añadida.

Quiero acudir en defensa del entrevistado por la presentadora: ésta le preguntó si sabía lo que era el galápago, y yo creo que respondió adecuadamente, dijo: Como no sea un animal… y claro, como para eso está el “experto” en Delibes… la locutora reclamó su auxilio.

El señor “experto” -que sigue sin entender el lenguaje rural y por ende el del escritor- dice: no, según Delibes no es un animal, es una enfermedad, una especie de cirrosis y nos larga lo que él ha entendido, eso sí, poniéndolo siempre en la pluma del escritor… porque ésa es su fuerza, más ahora que Delibes no está.

Para que no tengáis que acudir a vuestra librería, os transcribo lo que Delibes escribió en “Las Ratas”: “Por Nuestra Señora de la Luz brotaron las centellas en el prado y el Nini se apresuró a enviar razón al Rabino Grande para que alejara las ovejas, pues según sabía por el Centenario, la oveja que come centellas cría galápagos en el hígado y se inutiliza”.

Como podemos leer, Delibes no hace mención a enfermedad ninguna, así como tampoco a que en 10 o 15 días la oveja muere. El escritor nos dice que la oveja cría galápagos por comer centellas. Lo demás es fruto de la tan socorrida (investigación de campo) que de tanta ayuda le sirve al señor Urdiales. Entretanto seguimos sin saber en qué entorno se produce la “(investigación de campo)” que, a nosotros, nos daría ocasión de consultar para ampliar nuestra exigua cultura rural.

Viene la opinión del ex-pastor que dice: señor al que preguntó la locutora, usted tenía razón; el galápago –además de islas y tortugas- es un animal. Es un animal, en forma de lombriz, que puede invadir el cuerpo de la oveja si ésta ha comido centellas. Delibes sólo dice centellas (plantas), pero hay otros posibles motivos como, más adelante, veremos.

¿La oveja, enferma –según Delibes- por haber comido centellas? ¡Pues parece que sí! Pero la enfermedad que la lleva a la muerte es la producida por un animal (lombriz) que se llama galápago y que invade su cuerpo –también el hígado- provocándole la muerte.

Aparte de la decadencia en que entra la oveja que padece de galápagos (lombrices), hay otro síntoma externo y es que, decimos, tiene papada. Esto –no soy veterinario- parece que es provocado (la papada, o papera) por los galápagos que invaden el hígado del animal.

De manera que, entrevistado y bien informado señor, el galápago es un animal. Animal que invade el cuerpo de la oveja y puede provocar su muerte en breve espacio de tiempo.

Comentario: Delibes no dice que el galápago es una enfermedad. Lo que el escritor dice es que la oveja que come centellas cría galápagos y sí, es cierto, los galápagos (lombrices) acaban matando al animal. Los galápagos, exactamente igual que el lobo, no son una enfermedad de la oveja, aunque unos y otro la maten.

Galápago: animal en forma de lombriz que se instala en distintas partes del cuerpo de la oveja –también en el hígado y pulmones- y que puede acabar matándola.

Y vamos con los galápagos de Camporredondo, y su posible afectación a la oveja. Para este ex-pastor -y su entorno- siempre que una oveja enfermaba y uno de los síntomas era que tenía papada, decíamos que tenía galápagos y nosotros, incultos como dice el “experto” en Delibes, lo achacábamos a que había bebido agua estancada en un estanque en el que había galápagos. También decíamos que por comer hierba cerca de la cagada de un perro (por aquello de las lombrices). De ahí que la oveja tuviera galápagos. No, nunca oí que fuera por comer centellas, y otras hierbas, aunque también puede ser: yo lo ignoro

Lo del agua estancada y los galápagos también lo decíamos cuando en una pequeña laguna de agua veíamos, de niños, muchos bichos del estilo de las lombrices. Decíamos: no hay que meterse ahí porque está lleno de galápagos. Así que nosotros, a todo aquello que tuviera forma de lombriz, lo llamábamos galápago.

Resumiendo: el galápago es un animal (especie de lombriz). Se fija en distintas partes del interior de la oveja en cuya salud produce muy graves problemas. ¿Es una enfermedad de la oveja? No. Es un animal, o bicho, que provoca graves alteraciones en la salud de la oveja, entre otras provocar papadas o paperas –no sé que será más correcto- y llega a ocasionar su muerte.

Otra cosa que ignoro es si el problema que acarrea el galápago en el hígado de la oveja se llama cirrosis –veterinarios tiene la ciencia que lo podrán responder-.

Así que: Delibes nunca dijo que el galápago fuera una enfermedad de la oveja. Sólo dijo que la oveja que comía centellas criaba galápagos. Tampoco dijo que muriera en 10 o 15 días, esto es fruto de la (investigación de campo) del señor Urdiales, a la que yo no puedo acudir, para contrastar, porque no sé donde se realizó la investigación.

Hace más de cien años ya era así y, mientras algún experto no nos convenza de lo contrario, así seguirá siendo en Camporredondo.

Nota final:

1.- por falta de base científica, lo único que no admite duda es que el galápago es un animal en forma de lombriz. Tiene este nombre porque los humanos hace muchos, muchos años, así lo decidieron.

2.- que se instala en el interior de la oveja creándole graves problemas de salud.

3.- que hay distintas creencias de cómo llegan al interior de la oveja.

4.- que Delibes nunca dijo que fuera una enfermedad de la oveja, sino que el Nini aprendió del Centenario que la oveja que comía centellas criaba galápagos.

5.- que no leemos, o mal interpretamos, lo que el escritor escribió.

He dicho, lo que he dicho, en:

Camporredondo, 7 de octubre de 2016

lunes, 10 de octubre de 2016

Chorreaditas

Hemos de seguir porque los que saben… no hablan.

1.- Mantención
CH p. 177
(...) para la mantención de las abejas (...)
Mantención: Se refiere a "manutención". La falta de cultura da estas variaciones fonéticas, como amachambrar por machihembrar, marrotar por malrotar, etc. (Investigación de campo)

2.- Cuando Delibes escribió El camino en 1950 en la Castilla de entonces se enjaretaba a los machos para la fiesta, se pescaban cangrejos de río con araña o reteles (…)

Lo que acabáis de leer son sólo dos indicadores del concepto que un filólogo, doctor cum laude en ciencias de la información, e intitulado “experto” en Delibes, tiene de sus abuelos. Digo esto, porque de otra forma no entiendo que parezca empeñado en desprestigiar la obra de Delibes y el lenguaje rural.

Mantención lo he tomado (sic) de Cátedra Miguel Delibes. La segunda flor que nos deja el “experto” la he tomado de sus… ¿diccionarios? Bueno, sin que sirva de precedente, titulémosles así.

Lo primero que quiero hacer es ilustrar al doctor –obra de misericordia es enseñar al que no sabe- de aquello que parece ignorar. Vamos con mantención según el DLE:

Mantención 
Der. De mantener.
1. f. coloq. p. us. manutención.

Como veis, la Real Academia de la Lengua Española también anda incluida en el grupo de incultos: acepta mantención como derivado de mantener que, es cierto, se usa poco, aunque Delibes y los paletos la usamos.

Seguimos con marrotar:

Malrotar

Del ant. marrotar, der. De *manroto manirroto', infl. Por mal2.
1. tr. Disipar, destruir, malgastar la hacienda.

La Real Academia -según el señor Urdiales- sigue sin enterarse: nos dice que malrotar procede del antiguo marrotar, ¡me cagüen diez! ¡Están por aguar la fiesta al doctor! Él dice que “la falta de cultura da estas variaciones fonéticas”… ¿quién soy yo para corregirle? Pues hombre, yo soy sólo un paleto, pero la Real Academia…

Seguimos:

No, aunque no la recoja el DLE -ya sabéis que sostengo que el lenguaje rural no entiende de diccionarios-, no voy a dejar de comentar la otra palabra que el señor filólogo no entiende: amachambrar.

Verá usted señor doctor: ya le he comentado en varias ocasiones –aunque usted borre mis comentarios en las entradas de su blog- que no es lo mismo machihembrar (unir a macho y hembra, caja y espiga o ranura y lengüeta) que amachambrar, remachar, asegurar fuertemente aquello que queremos asegurar para que no se nos escape. A esto último, la gente de campo, ésos que, por su falta de cultura, dan aquellas variaciones fonéticas que usted parece no entender, lo llamamos amachambrar (no me preocupo porque lo tengo amachambrado). Cuando yo -paleto de mí- digo que lo tengo amachambrado, estoy diciendo que lo tengo atado y bien atado… ¿recuerda? Sólo que esto es diferente, queremos decir que lo tenemos fuertemente amarrado.

Vamos, otra vez, con enjaretar:

De momento sólo me queda decirle, otra vez más, que nosotros allá por el año 1950 y, si se tercia, también hoy, engalanamos a los machos, caballos, vacas, bueyes, burros… en días de fiesta y… ¡siempre que nos da la gana, coño! El que intenta enjaretar es usted señor Urdiales. Usted quiere enjaretarnos su absoluta ignorancia sobre este mundo (que también es el de Delibes) y que nos pase desapercibido. Pero no, tengo que creer que usted es un gran filólogo y hasta doctor cum laude en ciencias de la información, pero tocante al mundo rural a usted le falta aquello de lo que parece no darse cuenta: cultura rural. Es usted un profundo analfabeto en lenguaje rural.

Ahora pasamos al por qué hoy me solivianto.

Escuchando la emisora Es Radio programa de la tarde “Es el campo” de Castilla y León, correspondiente al día 22 de abril de 2016 he llegado a la conclusión de que usted nos trata como a gente que… eso, justito, justito, llegamos a juntar las letras. Puedo decirle que conmigo acierta usted, pero hombre… ¡no trate usted a sus seguidores así hombre de Dios! Verá por qué lo digo:

Escuchando el programa de radio al que más arriba me he referido, encuentro que usted se luce, otra vez más, con una palabra que, hasta en el (DLE) Diccionario de la Lengua Española, está perfectamente clara:

chorrear
3. intr. coloq. Dicho de algunas cosas: Venir o concurrir poco a poco o con breve intermisión.
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¿Cómo entraban las perdices en el ojeo que Delibes narra en “Las perdices del domingo”? Pues eso: chorreadas, sin parar, pero dejando un espacio entre una y otra. Chorreaditas dice Delibes: espaciadas>espaciaditas; suaves>suavecitas; mansas>mansitas… etc. etc. etc. No puedo decirle la palabra que el cazador rural empleamos muy frecuentemente porque, a ver, ¿cómo le diría yo, a huevo?¿a huevito? Quedaría muy basto. Pero eso es lo que quiere decir Delibes: le entraban a huevo, con breve intermisión… de forma que al cazador le daba tiempo a recargar la escopeta, apuntar y disparar de nuevo.

Lo de chorreaditas es una expresión en diminutivo, de chorreadas: mansas; mansitas, juntas; juntitas, pequeñas; pequeñitas… etc.

Pero no acaba ahí mi sorpresa: usted dice que sólo si entran volando. Pues verá usted: yo, que de esto entiendo más bien poco, diría que si entran apeonando con breves pausas, también diría que entran chorreaditas. Más chorreaditas, si cabe, que si entran volando por aquello de que entran más fáciles. Aunque podría añadir que entraban muertas ya, por aquello de la facilidad del tiro. Pero en mi afán por ilustrarle a usted -los demás ya lo saben- quiero pedirle una opinión: ¿si en vez de ser perdices -las que entraban chorreaditas- hubieran sido una piara de jabalíes los que entraban chorreados (chorreaditos por adaptarnos al lenguaje usado por Delibes), también diríamos que sólo entraban chorreaditos si entraban volando? No señor, no. Qué duda cabe de que las perdices de las que habla Delibes en “Las perdices del domingo” entraban volando, pero si hubieran entrado apeonando y a intervalos regulares, o no tan regulares, pero si espaciadas, hubiéramos dicho chorreadas, o chorreaditas, como dice Delibes para demostrarnos lo fácil que resultaba emplomarlas.

Al escuchar a la presentadora del programa largarle la pregunta ¿qué es la palabra chorreaditas? así, a palo seco, la respuesta del entrevistado fue lo que cabía esperar de un hombre que sabía que la pregunta estaba incompleta. Después de que el “experto” se lo aclarara, estoy seguro de que de no haber sido un hombre muy educado, le habría dado una mala contestación. Porque el hombre, a mi me dio esa impresión, sabía de sobra lo que es chorreado, pero en la forma de hacer la pregunta ni Dios hubiera sabido responder.

Digo yo, pero repito que no es más que la opinión de un hombre de campo, que la pregunta debería ser: ¿qué es chorrear? Y estoy seguro, por lo que oí al entrevistado, que de sobra sabía lo que es. Es que lo demás casi me suena a… chorradita, con perdón.

Finalizando señor doctor: siempre le pido respeto para la obra de Delibes y el lenguaje rural. Hoy quiero ampliar mi ruego: respete usted la inteligencia de sus seguidores porque, estoy seguro que son, como mínimo, tan expertos como usted. Digo sus seguidores porque entre nosotros –incultos rurales- el más torpe hace transceptores de madera y se comunican vía satélite.

Y nada más: aquí sigo, entre terrones, aprendiendo palabras que mi abuelo ya tenía hasta olvidadas. Y conste que yo quería jubilarme pero los… “expertos” me lo impiden.


Camporredondo, 27 de septiembre de 2016.

lunes, 3 de octubre de 2016

Crispilla

Os puedo asegurar que cuando doy mi opinión sobre una palabra de las que creo que están en trance de desaparecer, o están ya desaparecidas, antes de lanzarla a las ondas hercianas he luchado lo indecible para poder demostrar que aquello que digo se ajusta a la realidad. De lo contrario el efecto que produciría seria el opuesto al que me propongo: conservar y defender el lenguaje de mis abuelos.

Pero también he de admitir que, aun con todo el esfuerzo y mejores deseos puestos, puedo equivocarme y seguro que a veces, o muchas veces, me equivocaré. Por eso, de vez en cuando, meto mi cuña particular y digo: si algo de lo que digo es dudoso, o no queda suficientemente claro, preguntad y debatimos, seguro que entre todos podemos aproximarnos a la verdad.



Ésta es (así lo creo) la crispilla de que nos habla Delibes en “Castilla Habla” página 85.

A continuación lo que es la crispilla para el DLE (Diccionario de la Lengua Española):

colmenilla
Del dim. De colmena.
1. f. Hongo comestible de sombrerete aovado, consistente y carnoso, tallo liso y cilíndrico, y color amarillento oscuro por encima y más claro por debajo.

Lo que digo es consecuencia de lo que acabo de escuchar en la emisora EsRadio Castilla y León programa de tarde “Es el campo” (18-3-2016), en el que -una vez más- la presentadora, en su laudable afán porque no se pierdan más palabras rurales, recurre a aquél que lo desconoce más que ella misma. A las pruebas me remito.

El “experto” en Delibes -apoyo del que se sirve la presentadora- nos comenta más de lo que ha encontrado. Digo más, porque Ángel Rodríguez nos habla de la crispilla y el orejón pero no nos dice (creo que no hace falta) en la época que se crían. Entonces el experto que cree saberlo todo sobre setas, pero que lo que ha oído es que en el mes de octubre el personal sale al campo en busca de ellas ,dice: ¡tate! La crispilla y el orejón puedo encontrarlas al mismo tiempo que busco nícalos. Pero esto no se lo han dicho ni Ángel Rodríguez, ni Miguel Delibes, esto es deducción, equivocada, de aquél que , como decía, cree saberlo todo sobre setas. Si hubiera recurrido al entorno en el que se cría la, colmenilla según el DLE, crispilla según Miguel Delibes, manjarria según el que aporrea las teclas… y muchos nombre más que tiene por esos pueblos de Dios, le habrían dicho lo que yo les diré ahora: la crispilla, colmenilla, manjarria… es un hongo de primavera.

Además quiero añadir algo que cae por su propio peso: si la crispilla es producto, como muy bien dice Delibes, de la putrefacción de las hojas del álamo (negrillo, añado yo) con poco que pensemos, nos daremos cuenta de que en el mes de octubre, o bien las hojas aun se mantienen sobre las ramas del árbol, o bien acaban de caer, con lo que no ha habido tiempo para su putrefacción. ¡Vale ya de paliza!

Tengo que decirlo por si aún queda alguien que habiendo escuchado la radio mentada, se vuelve loco buscando la crispilla (manjarria) en el mes de octubre, incluso noviembre, como nos dice el señor Urdiales en su intervención en el programa “Es el campo de Castilla y León”.

Es que cuesta tan poco documentarse como que en cualquier parte de internet que lo busque le van a decir lo que les digo yo ahora: la manjarria es seta de primavera.

Tengo un recuerdo y os lo voy a contar: iba yo con mi hermano Alfredo –que me llevaba de la mano- por el Hoyo Simón donde había algunos –pocos- chopos y otros árboles. De repente se para y me dice: coge esa manjarria. Yo que -si me llevaba de la mano- tendría muy pocos años, me llevé un susto de padre y muy señor mío ¡no me atrevía a cogerla! Lo que yo conocía eran los nícalos y los pucheruelos. Además debo añadir que, como me crié muy enclenque, mi madre aprovechó la ocasión para endosármela mezclada con un huevo.

Ahora os cuento donde cogí las últimas manjarrias: en otras ocasiones he comentado que, por el arroyo que va desde la ermita hacia Camporredondo bajaba agua -incluso en verano-. Bueno, pues a la vera del arroyo (parte derecha desde el pueblo) había dos hileras de frondosos chopos negrillos. Bien. Pues entre hilera e hilera se me ocurrió meterme un día –mientras mis ovejas seguían por la cañada- y allí estaban las crispillas de Delibes, colmenillas del DLE y para nosotros –de pueblo- manjarrias. Después el arroyo se secó definitivamente, los chopos desaparecieron y nunca más se supo de manjarrias posteriores.

Así que: las crispillas, colmenillas o manjarrias se crían y recogen en primavera, un poco después de que lo hagan los pucheruelos, que suelen salir entre febrero y marzo.

Aficionado a las setas: jamás busques crispillas, ni orejones, en el mes de octubre. Búscalas entre marzo y mayo que tendrás tu recompensa, y es que ya lo dijo… ¡pues no sé quién lo dijo!... el refrán: “zapatero a tus zapatos”.

Nota: quiero dejar constancia de que yo me refiero al hongo de la fotografía, por ser al que, creo, hace mención Ángel Rodríguez y recoge Delibes en “Castilla Habla” página 85. Pero si estoy equivocado y es otra seta a la que hacen mención, vuelvo la espada a la vaina -quiero decir que me la envaino- pido humildemente perdón y vosotros podéis seguir buscando crispillas en el mes de octubre o cuando lo creáis oportuno. Pero eso sí: las colmenillas, o manjarrias, en primavera. Y los pucheruelos a partir del mes de febrero. Muy ricos los pucheruelos, para este aporreador de teclas: mejores que las manjarrias: no hay comparanza.

Al menos esto es lo que hay en…
Camporredondo, 25 de septiembre de 2016.