martes, 31 de mayo de 2016

Ratonero 2

Ratonero
LSI p. 14
(...) a la blanca luz del aladino, desplumaba un
ratonero (...)
ratonero, ra.
 
1.
adj. Perteneciente o relativo a los ratones.
2.
adj. coloq. Ur. engreído. U. t. c. s.
3.
f. Trampa en que se cogen o cazan los ratones.
4.
f. Agujero que hace el ratón en las paredes, arcas, nasas, etc., para entrar y salir por él.
5.
f. Madriguera de ratones.
6.
f. Trampa o engaño urdidos con el fin de coger a alguien.
ratonera de agua.
 
1.
f. gato de agua.
caer alguien en la ~.

1.
fr. coloq. caer en el lazo.
V.

águila ~
música ~
Ratonero:
Se refiere al águila ratonera. Se ha producido un cambio de género, como en el caso de olmo-olma, nogal-nogala, etc. (Investigación de campo)


Así lo encontramos en el glosario de Cátedra Miguel Delibes y en “Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes”, editado por Fundación Instituto castellano y leonés de la lengua.

Como me he comprometido a comentar las mejoras introducidas en el mismo diccionario, editado esta vez por ediciones Cinca, reproducimos lo que en él se publica sobre la palabra:

Ratonero.
LSI. P. 14
(…) el Azarías colgaba la percha de la vieja viga del zaguán y, tan pronto anochecía, acuclillado en los guijos del patio, a la blanca luz del Aladino, desplumaba un ratonero (…)
ratonero, ra.
1. adj. Perteneciente o relativo a los ratones.
águila. (Del lat. Aquilâ)
~ratera, o ~ratonera.
1. f. Ave rapaz diurna, perteneciente a la misma familia que el águila, con plumaje de color variable entre el leonado claro y el castaño oscuro y bandas transversales blanquecinas en el vientre. Abunda bastante en España y es útil para la agricultura porque destruye muchos roedores.
Ratonero: Se refiere al águila ratonera. Se ha producido un cambio de género, como en el caso de olmo-olma, nogal-nogala, etc. (investigación de campo)

Si Delibes situó a Azarías “acuclillado en los guijos del patio desplumando un ratonero”, es porque el escritor sabía que esta rapaz era una de las presas favoritas del búho real, el gran duque (la milana de Azarías).

El autor de los libritos ha modificado y ampliado el texto sacado de “Los santos inocentes” y ha eliminado, cuasi, toda la retahíla que, sobre la palabra, nos ofrece el DRAE y que humildemente creo es innecesaria para describir a esta ave en la narrativa de Delibes. Además, parece que siente necesidad de demostrar que conoce bien al pájaro, para eso nos larga el “1. f. ave rapaz diurna, perteneciente a la misma familia que el águila (…)”.

Con fecha 23-5-2014 en “La pizarra de Gaude” “En camisas de once varas: Ratonero”, ya dije lo que pensaba sobre la definición que el “experto nos ofrece sobre esta palabra. No obstante, como veo que el autor del “diccionario” insiste en el editado por ediciones Cinca, y como nos ofrece una mejora sobre lo dicho anteriormente, creo que debo agradecerlo (de bien nacidos es ser agradecidos) y lo agradezco: muchas gracias. Pero verá señor Urdiales, debo insistir, e insisto: Delibes llama a la rapaz RATONERO (también usa la palabra ratera, águila ratera) en la seguridad de que no produce ningún cambio de género, como tampoco lo comete el DRAE ni ninguno de las gentes de campo que cuando decimos ratonero sabemos que es de la familia del águila, lo mismo que es el águila real, la pescadora, la perdicera… y muchas más. Lo que pasa con el buteo buteo es que para diferenciarlo de las demás le llamamos ratonero. Qué duda cabe que es de la familia de las águilas, que tiene un color determinado, que abunda en España y que es útil a la agricultura. Si, si todo eso está muy bien, pero usted sigue diciéndonos que le cambiamos de género y eso, eso no es cierto, señor Urdiales. El ratonero es una rapaz de la familia del águila que es el terror de los ratones, pero que nuestros antepasados tuvieron a bien llamarle ratonero sin cambiarle de género. Así lo estimó Delibes, así lo entendemos la gente de campo… pero llegó el académico (usted) y nos dijo, sois unos incultos: al águila le habéis cambiado de género.

Yo creo señor Urdiales –me dirijo a usted porque sé que lo sigue- que usted necesita defender, “a capa y espada” su -equivocada- teoría y proclamarse corrector del escritor Delibes (no digo del lenguaje mío no, ya sé que está usted muy por encima) y para eso necesita reafirmarse y por eso, cuando el escritor ha fallecido, usted nos larga el “diccionario” que, digo yo…, a lo mejor ya tenía preparado.

Yo decía -en anterior entrada- que, aquél que ha errado el camino, cuanto más avance por él más lejos estará de la meta perseguida. No le dé usted más vueltas: Delibes pudo ser su maestro si usted le hubiera entendido pero -es sólo mi humilde opinión- cuando usted, a tumba abierta, se lanzó a publicar sus “diccionarios” erró el camino (no había leído a Delibes), pero cogió la linde y ahora aún no se ha dado cuenta de que la linde se ha acabado. Así que no, señor Urdiales, usted sigue sin comprender que ni al olmo, ni al nogal, ni al pez, ni al canalón, ni al cárcavo, ni al ratonero, etc. los hemos cambiado de género. Decimos olma, nogala, peza, canalona (cacanalona no, señor Urdiales), cárcava, etc. para demostrar lo extraordinario de cada cosa en cada momento, y el águila ratonera lo transforma en ratonero el hecho de que, principalmente, se jala muchos ratones y como a la gente de campo esto nos agrada pues eso, le llamamos: ratonero. Y el hecho de que sea águila macho o águila hembra nos trae al pairo, lo importante es que caza ratones y, por eso es: ratonero.

De todas maneras, sigo diciendo que es usted digno de admiración: Fundación Instituto castellano y leonés de la lengua, Cátedra Miguel Delibes, ediciones Cinca, Fundación Miguel Delibes, diario El Norte de Castilla, y, según usted, el Ministerio de Cultura y el diario ABC también admiran sus descubrimientos de palabras que jamás existieron y… seguramente tenga usted más admiradores. Bien. Pues todos estos le siguen y admiran su trabajo. Dígame usted si no es digno de admiración. Pero, mira por donde, le sale un paleto, desertor de la cayada y la esteva, que no comulga con “sus” “ruedas de molino” y le dice: yo ordeñaba en herradones de barro cocido, de los que fabricaban los cacharreros de Arrabal de Portillo; raer no es perder resina sino todo lo contrario; los cipreses papujados están en Cogeces de Iscar; cacanalona no existe… bueno no le voy a repetir lo que ya he publicado en “La pizarra de Gaude” pero estoy deseando que usted, o cualquiera de sus admiradores comenten mis errores y, así, saldrá ganando el lenguaje rural y se esclarecerá cada palabra rural que Delibes de forma bastante exacta y con tanta maestría y naturalidad manejaba.

Y éste es mi deseo señor Urdiales: si usted es experto en la narrativa de Delibes salga usted a esta palestra y comentemos, palabra por palabra, nuestros dispares puntos de vista. Entretanto yo seguiré intentado corregir aquella palabra que, bajo mi punto de vista, repito, no es más que el punto de vista de un paleto ignorante que desde su más tierna infancia aprendió, y usó, el lenguaje rural. Pero es que además de aprenderlo y usarlo, me siento orgulloso de él.

O sea, todo esto, para llegar a una conclusión: ni Delibes, ni ninguno de sus personajes cambiamos de género al águila ratonera (RATONERO) ni al olmo (OLMA), ni al nogal (NOGALA), ni al canalón (CANALONA), ni a la cárcava, (CÁRCAVO), ni al pez (PEZA) etc. etc.

De todas maneras, señor Urdiales si, con esto, yo aprendo un poco sobre el lenguaje rural, “tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado. Porque después de todo he comprendido, que no se goza bien de lo logrado, sino después de haberlo padecido”.

¡Ay Señor, Señor!

Camporredondo, 3 de noviembre de 2015

PD. Dicen que en un carro de varas arrastrado, con el collerón (no, no, collarón no señor Urdiales) por el macho burreño, iban un agricultor y un ciego por la vega de Camporredondo camino de Montemayor. El labrador, que era los ojos del invidente, describía para el ciego lo que iban dejando atrás en su viaje. Cuando llegaron a la cuesta de La Pililla le dijo el agricultor: sobre el palón del teléfono hay posada un águila. Extrañado el invidente preguntó: ¿un águila? ¿Tal vez es la calzada, la perdicera, la pescadora, la real, la culebrera?… El agricultor enseguida captó la indirecta, pidió perdón y contestó: ¡no hombre, no, es un ratonero! Dicen que el invidente hizo esta observación: si hubieras empezado por ahí hubiéramos evitado tanto rodeo...

… y siguieron su camino hacia Montemayor de Pililla.

miércoles, 25 de mayo de 2016

¿Lía o mazo?.

Mañana, más lenguaje rural en Gestiona Radio. A las 19 y pico me tendréis unos 15 minutos hablando de los verbos levantar y lindar y de la lía de cuerda (foto). Y de Daniel el Mochuelo.

Comenzaba yo a teclear mi opinión sobre la foto y palabra “lía” que Urdiales publica en facebook, cuando un amigo que me visitaba en ese momento me espetó: ¿a ti qué más te da que esto se llame lía o de otra manera? Podrías tener razón, le respondí, pero si Urdiales dice que esto es una lía y nadie puntualiza, la palabra mazo o madeja –que es lo mismo- desaparecerá y como yo no estoy porque desaparezca ni una palabra más de las que yo usé de niño –porque mis abuelos la usaban- pues algo tengo que aclarar y a eso voy. ¿Te parece bien? Pues vamos allá:

De sobra es conocido -yo os lo he dicho- que en casa, en casa de mis padres, hubo tienda de ultramarinos, carnicería, estanco, etc. Bien. Pues en aquella tienda también se vendían atillos para atar los haces de mies: unos agricultores los llevaban cortados y anudados (yo cortaba y anudaba) y otros se lo llevaban en mazos o madejas, con lo que se ahorraban la mano obra de cortar y anudar.

En la imagen, fardo de mazos de cuerda trenzada.
¡Qué suerte al encontrarlo y cuántos recuerdos!
He dicho mazo, ¿verdad que he dicho mazo o madeja? Pues vamos, como siempre, a explicar todo el proceso: mis padres pedían al almacén de suministros (de coloniales, le llamaban) -primero de hijos Abel González y después otros- uno o varios fardos de cuerda de esparto tejido de los que obtener los atillos. El fardo lo componían varias docenas de mazos o madejas y de cada uno de estos mazos o madejas cortados por uno de los dos extremos se sacaba la medida justa del atillo (de atar) para atar los haces de cereal. La operación de formar el atillo finalizaba con dicho corte y un nudo a cada extremo para evitar que el trenzado se deshiciera.

Pero había veces que la cuerda de esparto trenzado se le quería dar otro uso de largura no prefijada, y la gente compraba un mazo para después (en el sitio determinado) cortarlo a la medida. Ejemplos: lía para tender a secar la ropa, su medida dependía del corral o el sobrado; lía para tender los racimos de uva para su conservación, ésta dependía de la habitación donde se fueran a tender los racimos, etc. etc. etc. Ustedes se habrán dado cuenta de que acabo de decir LÍA; sí, pues ésa era la lía: trozo de cuerda de esparto trenzado sin largura previamente determinada.

Cuando los pimentoneros –bejaranos les decían, porque de Béjar solían venir- iban por los pueblos vendiendo pimentón para las matanzas, también llevaban mazos o madejas de tripas para embutir la longaniza y los ricos chorizos (no, los de ahora no: los otros) que se embutían en las matanzas.

Ya he dicho que en casa había carnicería, y como la carne se vendía al corte, pues las tripas sobraban. ¿Qué hacía mi madre con las tripas? Pues como no se podía desperdiciar nada, las lavaba, volvía lo de dentro a fuera, las raía, las volvía a lavar, las recogía en mazos o madejas, las metía en un barril de madera mezcladas con sal para su conservación y cuando llegaba el tiempo de la matanza, las que no usaba en casa, las vendía por mazos o madejas, haciendo competencia a los bejaranos pimentoneros.
Nota: por ser más pequeños también se les decía macillos. Lógico ¿no?

De manera que si yo no digo que lo que presenta Urdiales se conocía como mazo o madeja los futuros habitantes de Camporredondo desconocerían esta palabreja.

Ahora vamos con la razón que puede asistirle a Urdiales, y a todos que piensan como él, relacionada con que, efectivamente, la foto representa una lía, aunque ¿no creen que sería un poco excesiva su largura para un uso corriente? ¿Podremos decir que una madeja de… lana, por ejemplo, es una hebra? Pues por lo mismo el mazo no puede ser una lía (eso creo yo) y por eso nuestros antepasados lo llamaban:

  • Fardo; conjunto de mazos atados.
  • Mazo; cuerda larga recogida en forma de madeja.
  • Lía; cuerda de esparto trenzado de largura variable.
  • Atillo; cuerda de esparto trenzado para atar los haces de mies y otros usos.
Y dicho esto me quedo a gusto porque sé que las palabras fardo, mazo, lía y atillo aún siguen vivas.

¿Alguna duda? Pues si la hay ¡a preguntar!... se ha dicho.

Camporredondo, 25 de marzo de 2015.


martes, 17 de mayo de 2016

Paporretas

“El que más sepa que más diga”. Reconozco que la frase no siempre se cumple; a veces, acaso muchas veces, el que sabe no es el que más dice pero, por si acaso, yo hago uso de ella esperando que esta vez se cumpla. Gracias a aquél que más diga, porque sabe más sobre mi/nuestra palabra de hoy: paporretas.

Navegando, navegando… por casualidad tropecé con una palabra que me transportó varios decenios atrás. El día era lluvioso, la temperatura agradable y al salir de la escuela los futuros hombres y mujeres del agro quedábamos citados para después de coger el trozo de pan y, si lo había, algo más, acudir al charco elegido para hacer... ¿para hacer qué? Pues eso PAPORRETAS.

Extraída la palabra de mi personal e intransferible disco duro, acudí al DRAE y… ¡sorpresa! Ved lo que encontré y comprenderéis mi chasco.

Paporreta

De papo1.

1. f. despect. Perú. Repetición mecánica de lo que se ha aprendido de memoria sin entenderlo o entendiéndolo a medias.

de paporreta

1. loc. adv. Perú. de memoria (‖ apoyándose en el recuerdo). Aprender de paporreta.

2. loc. adv. Perú. Con poca o ninguna conciencia de lo que se dice. Hablar de paporreta.

Pues sí, sí, resulta que aquella palabra que yo aprendí -y usé- hace muchos, muchos años, resulta que –al parecer- fue importada hace muchos, muchos más años, desde El Perú. Yo que siempre creí que las palabras del castellano que se encuentran en la América latina tendrían su origen en la cuna del castellano, o sea Castilla, mira por dónde me encuentro una que la hemos importado nosotros de allende los mares.

Pero lo más curioso es encontrar un peruano en una aldea castellana (mi pueblo) donde si, en el siglo XIX (no sé si antes), hubiera aparecido un americano de El Perú lo habrían considerado un extraterrestre. Pero es que, si el peruano no llegó ¿cómo llegó paporreta? Por eso os pido ayuda.

“El que más sepa que más diga”. Así comencé mi sorprendido escrito reclamando del mundo de la sabiduría ayuda que me aclare mis dudas: ¿la palabra es peruana, o castellana de Castilla? ¿A que mis dudas son razonables?

Filólogos del mundo: espero vuestras noticias en:

Camporredondo (VA) a 20 de diciembre de 2015.


P.D. La palabra, que se me había pasado, la incluiré en el “Diccionario de Camporredondo”.

Paporreta.- Masa blanda e insustancial de cualquier cosa. También hay quien usa paparreta en vez de paporreta, pero son minoría. ("La fruta se ha estropeado, está hecha paporreta").

martes, 10 de mayo de 2016

Tartalear/tortolear.

Ante las palabras que comentaremos hoy –tortolear/tartalear- me veo, otra vez más, en la obligación de repetir que escribo desde un pueblecito de la provincia de Valladolid llamado Camporredondo.

Tengo que recordarlo porque en este, mi pueblo, el sentido que se les da a estas dos palabras es distinto al recogido en la obra de Delibes, en los “diccionarios” en su narrativa y en Cátedra Miguel Delibes.

Por seguir un orden alfabético, comencemos por “tartalear”. Cuando de algo –ya sea persona o animal- se dice que tartalea, queremos decir que camina con paso irregular, inseguro, haciendo eses o vacilando en la dirección que desea seguir. También se usa la palabra bambolear, trastabillar… etc. con el mismo significado.

Respecto de la segunda palabra (tortolear) le damos un significado completamente distinto. Como suelo hacer a menudo, dada mi dificultad para expresar lo que quiero decir, voy a usar un ejemplo:

Cuando dos jovencitos -o no tan jovencitos- se enamoran, y este amor no pasa desapercibido para los demás ¿qué decimos? pues ni más ni menos que parecen dos tórtolos (por mejor decir… tórtola y tórtolo). Y ¿qué  hacen los tórtolos? Pues eso: tortolear, imitar el arrullo de la tórtola (paloma pequeña, o tortolilla, como decimos por estos mundos de Dios): se arrullan.

De manera que -como vemos por mis torpes ejemplos- ni la burra de “Las guerras de nuestros antepasados" –en ese momento- tortoleaba (¡qué más hubiera querido la burra!), ni tampoco que Victor y Rafa en "El disputado voto del señor Cayo" (eran otros tiempos) creo que tortolearan. Tampoco el patrón (Don Tadeo) en "Diario de un jubilado" creo que estuviera en condiciones de tortolear. Repito, todo esto visto desde el entorno de este aporreador de teclas.

Tortolearse
LGNA p. 117
(...) toda se
 tortoleaba, que como suele decirse, el animal no podía con una libra de humo.
Tortolearse:
 Darse aires. No andar derecho sino haciendo pequeñas eses. Este verbo también se emplea al hablar de los surcos pues si éste no sale derecho se dice que está tortoleado o, también, enyugado (con formas de yugo). (Investigación de campo)
DVSC p. 172
-divisó a Víctor y Rafa
 tortoleándose-
D1J p. 53, passim
Cuando camina distraído el patrón se
 tortolea menos y va más agudo.

Lo que acabamos de leer lo encontré en el diccionario, y diccionario bis, en la Narrativa de Miguel Delibes y en Cátedra Miguel Delibes.

El colmo es que nos digan que el surco torcido está enamorado (tortoleado). Aún nos queda otro segundo colmo: el surco enyugado (con formas de yugo). Ante esta apreciación, cabe la posibilidad de que el que manejaba la esteva del arado estuviera “enjarrillado”, o el que vio los surcos con forma de yugo estaba apirolado, enjarrillado, piripi… se había puesto ciego de zumo de uva a partir de San Andrés... estaba borracho, vamos. También es posible que, una vez más, nos fallara la… (Investigación de campo). ¡Hay que joderse lo difícil que tiene que ser hacer un surco con forma de yugo! jamás me lo propuse, y, de habérmelo propuesto, no creo que lo hubiera conseguido.

Y aquí seguimos, contando batallitas desde...


Camporredondo, 12 de noviembre de 2015.

martes, 3 de mayo de 2016

Apiolar, apiolar... ¿qué es apiolar?

Pues parece que la palabreja se las trae. Cada uno la interpretamos a nuestra manera: Delibes la usa en cada momento oportuno (vela por su buen uso en el ambiente rural en que se mueve). Después viene el “experto” en Miguel Delibes, saca el dedo por la ventana y, según de donde sople el viento, esa acepción emplea, n                               o importa si estamos hablando en la narrativa de Delibes o en lenguaje académico, como corresponde a nuestra categoría de filólogo doctor cum laude en ciencias de la información. Después vengo yo que, como carezco de cultura, lo interpreto como lo que soy.

Y así queda la cosa:

Acudimos a la Cátedra Miguel Delibes y en su glosario, cuyo autor es Jorge Urdiales Yuste, a la sazón "experto" en Delibes, encontramos:

Apiolar

ELCM p. 181 
Esto no significa que el animal no se pueda apiolar de otra manera.
apiolar. (De pihuela).
1. tr. Poner pihuela o apea.

Este paleto, con el pueblo dibujado en la cara, no puede más que declararse profesor -mal profesor, a juzgar por el alumno- del señor Urdiales, "experto" en Miguel Delibes. Les invito a ustedes a darse una vuelta por la página 554 de El Libro de la Caza Menor (obra completa de Miguel Delibes) para que saquen sus propias conclusiones. Yo creo que Delibes no habla de ponerle una pihuela o apea ¿o sí?

Y sigue:

Apiolar

CEH p. 94
(...) a la postre, apiolar al seductor, no significa nada al lado (...)
apiolar. (De pihuela).
3. tr. coloq. prender (a alguien, privándolo de libertad).
LGNA p. 55
Pero ese día, a poco le apiolan.

Seguimos estupefactos ante el glosario del señor Urdiales en la Cátedra Miguel Delibes. Acaban de ver otras dos muestras.

Aquí quiero dejarles otra perla de cómo el “experto” entiende la obra del escritor. Para ello vuelvo a invitarles: página 94 de “Con la escopeta al Hombro” de Miguel Delibes. Allí verán que  el escritor apiola (mata de un disparo) al seductor. Sin embargo el experto lo prende o priva a alguien de libertad. ¡Vivir para ver!

Y seguimos un poco más: “Las guerras de nuestros antepasados”, páginas 54 y 55. Un sorprendido doctor, pregunta a Pacífico Pérez: 

Dr.- ¿Los cazó todos por el procedimiento de la botella?

P.P.- Todos, a ver. La botella y la “laffite”, no sabía otro. Pero ese día, a poco le apiolan.

Cabe entender, al menos este paleto así lo entiende, que si al padre de Pacífico Pérez le reventó un obús entre las piernas, lo que nos quiere decir es que casi lo matan ("...a poco le apiolan") ¿o no?

(Las  laffite  -este menda lo desconoce-, según P.P. parece que eran unas bombas de mano)

Bueno, pues según el experto en Delibes lo que éste quiere decirnos es que querían privarle de libertad. ¡Más vivir para ver! O tal vez para aprender.

Y, de paso, sólo me queda decir que la Cátedra será cátedra, pero jamás de Miguel Delibes. El escritor , vuelvo a decir, volaba a otra altura.

¡Ah! Y no culpemos al DRAE en esta ocasión porque, vean:

apiolar.
(De pihuela).
1. tr. Poner pihuela o apea.
2. tr. Atar un pie con el otro de un animal muerto en la caza, para colgarlo por ellos. Se emplea comúnmente hablando de los conejos, liebres, etc., y también de las aves cuando se enlazan de dos en dos pasándoles una pluma por las ventanas de las narices.
3. tr. coloq. prender ( a alguien, privándolo de libertad).
4. tr. coloq. Matar a alguien.
5. tr. coloq. Arg. espabilar ( avivar y ejercitar el entendimiento de alguien).
6. prnl. coloq. Arg. percatarse. Te apiolaste tarde de que te estaban esperando.

Resumiendo: ante la lectura de “El libro de la caza menor”, “Con la escopeta al hombro” y “Las guerras de nuestros antepasados” el “experto” en Delibes decide aceptar las acepciones 1 y 3 del Diccionario de la Real Academia. Y el rural, o sea yo, (que ya saben ustedes que a los de campo nos falta la cultura según el experto…) después de haber leído las tres obras maestras, me decido por la acepción nº 4. Y usted ¿por cuál se decide?

Es esta otra de tantas veces que yo digo que si el DRAE recoge la palabra y esta coincide con el lenguaje rural el "experto sale de su apuro. Pero si, como es el caso que nos ocupa, el diccionario nos ofrece varias acepciones, es tal el grado de ignorancia que demuestra el "especialista" en Delibes que no sabe por qué acepción optar.

Y sólo me queda por decir que en este mundo nuestro, el rural, cuando tratamos de hablar de muerte -provocada- en vez de usar la palabra matar, la mayoría de las veces usamos apiolar. Eso lo sabía muy bien Delibes, y por eso, en el ambiente rural, la usaba frecuentemente.

Aprovechando la ocasión, quiero hacer referencia a una palabra muy próxima a apiolar pero que no tiene nada que ver. La palabra -muy usada en este mundillo- es apirolar. Palabra que no recoge el DRAE pero que -antes más que ahora- se usaba para dar a entender que aquel que mucho empinaba el codo (bebía) se apirolaba, emborrachaba, enjarrillaba... Por tanto:

Apirolar = a emborrachar, enjarrillar... 

Emborracharse= a apirolarse, enjarrillarse...

Y así lo digo en...

Camporredondo, 4 de abril de 2015