lunes, 20 de febrero de 2017

Más humeón

La verdad es que tengo poco que añadir, como no sea para felicitarnos por el progreso. Lo que quiero decir es que el “experto” parece que progresa (se va informando, va leyendo). Por ejemplo, parece haber aprendido que humeón no es el humo para auyentar a las abejas (así aparece en el diccionario editado por Fundación Instituto castellano y leonés de la lengua y en Cátedra Miguel Delibes), sino el aparato dentro del cual se produce el humo con el que tranquilizar a las abejas para que no ataquen al apicultor. También ha suprimido la clase sobre como catar la colmena y… me parece otro acierto.

Sin embargo sigue ahuyentando a las abejas y esto es muy grave porque, si ahuyentamos a las abejas, la colmena se nos queda vacía y ¿qué sería de una colmena sin abejas? Pues que sería un tarro con miel.

Pero aún hay más: ¿ahuyentamos, o adormecemos a las abejas? Porque ahuyentar (espantar, hacer huir) y adormecer (aquietar), al mismo tiempo, se me antoja harto difícil: o ahuyentamos o adormecemos, las dos cosas a la vez son imposibles ¿o no? A no ser que el “experto” quiera decirnos que unas veces, con el humo, ahuyentamos a las abejas y otras las adormecemos

Os remito lo que escuché en la radio el miércoles 15 de febrero de 2017. Ahí va:

Muy buenas tardes. El humeón es un utensilio utilizado para disminuir la agresividad de las abejas, para ahuyentarlas, para adormecerlas. Tengo que decir que, aparte del humeón, antiguamente se empleaban otros métodos para crear humo, por ejemplo se colocaba cera, pez o brea sobre un palo y se quemaba. Otra posibilidad: poner unas ramas medio verdes, medio secas, en una lata grande y quemarlas. Incluso había gente que ponía en la lata cagajones que estuvieran algo secos para quemarlos y crear humo, en fin, de un modo o de otro, el objetivo era hacer humo para, como digo, disminuir la agresividad de las abejas. En ocasiones, para estos casos, en que no se utilizaba el humeón propiamente dicho, se llevaba la operación con un fuelle. Los humeones, que es de lo que hablamos hoy, han ido evolucionando con el tiempo, pero su modo de empleo es el mismo, se introducen en él unas pajas… unas hierbas algo secas… hojarasca… etc. y se las prende fuego. El objetivo no es tener llama, sino humo. El humeón se compone de un fuelle que lleva un objeto cilíndrico metálico, de tapa cónica, que tiene un agujero arriba por el que saldrá finalmente el humo. Por cierto, el nombre por el que los apicultores conocen hoy al humeón es el ahumador. Y acabo con la cita de Miguel Delibes que dice que el señor Cayo se llego al chamizo, cogió el humeón, le llenó de paja el depósito, parsimoniosamente raspó un fósforo y le prendió fuego, la paja ardía sin llama como un pequeño brasero de picón de encina.

A continuación transcribo lo encontrado en Cátedra Miguel Delibes.

Humeón: Humo utilizado para auyentar a las abejas. El humo sale de la cera pez o brea que está colocada sobre un palo; de las ramas verdes o de cagajones de caballerías colocados en una lata o de los citados cagajones puestos sobre una teja. En ocasiones se ayuda la operación con un fuelle. El objetivo final es el de catar las colmenas. Modo de coger la miel: se cortan las colmenas con una paleta y se agarran con la mano. (Investigación de campo)

¡No me digáis que no hay motivos para felicitarse!

Ante la insistencia del señor “experto” en la quema de cagajones para obtener humo con el que tranquilizar a las abejas, quiero aportar algo. Pero primero dejadme que haga una pregunta: al insistir en la quema de cagajones… ¿nos está diciendo, mira si serían brutos que quemaban cagajones para obtener humo? Porque si así fuera, debo, y quiero decir, que jamás lo vi, ni siquiera lo escuché en todo el contorno de Camporredondo. Por aquí, generalmente, se usaba la abundante paja -en cada casa había un pajar con paja suficiente para alimentar al ganado-. Los cagajones, como dice el experto” se usaban para estercolar (abonar) el terreno, para lo que estaban muy solicitados.

Por lo que leo en “El disputado voto del señor Cayo”, de lo que el señor Cayo llenó depósito del humeón fue precisamente de paja. También podría haberlo llenado con yerbajos, hojarasca, burrajo u otro cualquiera de los abundantes combustibles que siempre hay más a mano que los cagajones que, parece obvio, primero habría que estar pendiente de que el buey o la mula cagaran, recogerlo, ponerlo a secar y esperar a que secaran lo suficiente para que entraran en combustión. Desde luego si había quien así lo hacía, yo también me apunto: era muy bruto.

Pero aún quiero abundar un poco más: lo que se ahumaba con el humeón, además de las abejas, era la miel y… habría que ver el saborcillo que debía adquirir la miel ahumada con humo de cagajones. Digo yo que sería algo así como hacer unas chuletillas de lechazo con sarmientos o con vigas de la RENFE.

Bueno, si el “experto lo dice ¿quién soy yo para corregirlo? Lo que sí estoy obligado a decir es que, en esta zona de Valladolid, no usaban cagajones, lo más corriente era la paja.

Bueno, ya vale ¿Os dais cuenta? No tenía nada que decir pero, si empiezo, pierdo el oremus. Así que nada, aquí sigo -ya casi me atrevo a decir que tecleando en vez de aporreando teclas- en:

Camporredondo 18 de febrero de 2017.



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