lunes, 6 de febrero de 2017

Tornacaza.

Sigo usando archivos. 
Esta vez quiero rogar al lector, -posible cazador urbano, rural ya soy yo- que nos diga si está de acuerdo con lo que, en su momento, tecleé. 

No, esta vez no sé de qué va la palabra tornacaza: jamás la usé; ni siquiera la oí. Soy de pueblo.

Como en mis años de cazador, y algunos después, no he oído la palabra, me limitaré a intentar raciocinar sobre ella y lo que Delibes (en mi cavilar) dice en ‘El último coto’.

Escribe el cazador:

“(…) Uno no caza nada porque faltan reflejos, vista y elasticidad y estas mermas no se recuperan con los años sino todo lo contrario. Una constatación obligada: el nordestazo de ayer puso las cosas difíciles. Ordinariamente cuando uno regresa bolo de una cacería, la memoria de las piezas que falló le perseguirá como un reproche durante toda la semana. Empero, la tornacaza de ayer no fue tan refinada; las presuntas víctimas no torturaron mi cerebro. ¿Por qué? Porque no hubo presuntas víctimas, porque solamente tuve una oportunidad de romper el maleficio: el pájaro aquel, de la pestaña, que antes de coger el viento, se elevó en línea recta inmolándose. Me llené de perdiz, me precipité y se fue a criar. (…)”.

Cuando el cazador regresa bolo (no ha colgado ninguna pieza) de una cacería, durante toda la semana (principalmente la noche siguiente) la memoria le martiriza, le tortura, no encuentra explicación. Pero en ninguna parte nos dice Delibes que al día siguiente vuelva a buscar las posibles piezas muertas (sabe que es absurdo). Esta vez ni siquiera le remuerde la conciencia, él sabe que lo que le ha ocurrido (excepto la perdiz de la pestaña) no es achacable al cazador. De manera que para qué torturarse buscando (en la tornacaza) una explicación.

Porque tuve de profesor al mejor y más experimentado cazador (caza menor) que pateó estos campos de Castilla desde su más tierna edad (1931) (a los 8 años pastor de ovejas y cazador -1939-), y dado que jamás le oí hablar de la tornacaza, aunque sí sabía lo que era lógico o no en el comportamiento de la caza y su seguimiento posterior al disparo, me permito -incluso si Delibes lo hubiera entendido, o dicho así- discrepar de esta manera de entender la tornacaza.

Ya anticipo que si la explicación que da el librito es tornacaza, será en la jerga venatoria urbana, o académica; nunca rural.

Cuando a un cazador se le escapa la pieza por error de puntería -o cualquier otro motivo- sabe de sobra si hay que buscarla o no. Esto lo aprendí a muy temprana edad (no más de 5 años). Si el cazador tiene que buscar la pieza (como ocurría con mi hermano) debe buscarla en ese momento porque mañana ya no dependerá de si la has emplomado o no, sino de que las alimañas que -entre otras cosas- se alimentan de esto, no acierten a pasar por allí. Harto difícil es que, principalmente el raposo, con su fino olfato, que se pasa toda la noche buscando algo con que llenar el bazaco, no detecte una pieza muerta. Si la pieza ha muerto, con toda seguridad que en la noche algún depredador o carroñero la encontrará. Y si está herida es más que posible que también desaparezca por el mismo motivo.

De manera que volver al día siguiente por donde se realizó la cacería, con el ánimo de encontrar una perdiz, herida o muerta, pues… permitidme que me ahorre el calificativo. Si ayer disparé, la vi caer, y aún así no fui capaz de encontrarla ¿se me ocurriría volver al día siguiente a patear el mismo terreno? Pido un respeto a la inteligencia del cazador, al menos del cazador rural que sabe que sería absurdo.

Digo esto por lo que vais a ver a continuación:

Tornacaza
EUC p. 68
Empero, la
tornacaza de ayer no fue tan refinada;
Tornacaza:
Repaso que se da al lugar en donde ha habido una cacería para buscar alguna pieza herida o muerta que no se haya recogido. Se hace al día siguiente. (Investigación de campo)

Éste es el resultado de la investigación del autor del “Diccionario (librito) del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes” y “Cátedra Miguel Delibes”. Desde mi punto de vista… ¡Qué pena!

A partir de aquí yo os invito a que leáis lo que más arriba hemos recogido de “El último coto”.

Repito, sin entrar a devanarse los sesos sobre la palabra tornacaza, cuyo significado desconozco, analicemos lo que el cazador ha escrito. No me imagino que se pueda deducir que el cazador piensa en volver al día siguiente a buscar las piezas que -él nos lo dice- sabe que no ha matado.

Ni siquiera la memoria le tortura su cerebro porque sabe que tuvo un fallo de principiante…

Pero sigamos con la tornacaza del autor de los libritos. Dice:

Tornacaza: Repaso que se da al lugar en donde ha habido una cacería para buscar alguna pieza herida o muerta que no se haya recogido. Se hace al día siguiente. (Investigación de campo)

Y pregunto: ¿cómo se puede deducir que tornacaza sea lo que el autor del librito nos dice? ¿Cómo puede deducir que el cazador vuelva a buscar unas piezas que él sabe que no ha abatido? ¿Volvería, el cazador, a buscarlas por si acaso se habían arrepentido y se habían muerto?

Permitidme que exprese lo que yo entiendo que, el “escritor que caza” (estoy hablando de Delibes), quiere decir: cuando uno regresa bolo de una cacería, la memoria de las piezas que falló le perseguirá como un reproche durante toda la semana. Sin embargo la tornacaza de ayer…

Parece que queda suficientemente claro que el cazador lamenta durante un tiempo los fallos que cometió durante la cacería. Su memoria no deja de recordarle lo que falló, y al recordarlo no caza, rememora el día de la caza y esta es su TORNACAZA: volver sobre la última cacería con el pensamiento. El cazador vuelve, torna a la cacería, y es en la tornacaza cuando piensa en los fallos que pudo cometer. No es el caso de “El último coto” donde el cazador sabe todo lo que ha ocurrido y no necesita torturarse más. La tornacaza de ayer, el repaso mental de lo ocurrido ayer al cazador ,lo tiene suficientemente claro.

Resumiendo:

Tornacaza: vuelta sobre la caza; repaso por la noche, sobre la cacería, un día después de ella, en el mismo instante de que finalice, o una semana después. En una palabra; repasar con la mente lo ocurrido en la cacería.

Qué no es –para este ex cazador hombre de campo- tornacaza: volver a buscar las piezas que no se han recogido durante la cacería, y menos al día siguiente.

Lo que acabo de teclear es lo que, humildemente, pienso que nos transmite Delibes en “El último coto”. De todo ello lo que afirmo es que, en lenguaje rural, tornacaza no es buscar al día siguiente las posibles piezas muertas. Quizá en las grandes cacerías se produzca una especie rebusca de piezas abatidas; pero eso ya no es caza, ni creo que haya cazador que se precie que lo ponga en práctica.

Repito: desconocía la palabra, pero me arriesgo a tildar de “deducción sin sentido” el significado que he encontrado en Cátedra y Diccionario en la narrativa de Miguel Delibes. Su autor, quizás bien repanchingado en el sofá, haya visto algún programa de “Jara y sedal” y ha sacado sus propias conclusiones.
Hace unos cuantos años: día de caza en Camporredondo. Las perdices estaban en el peladero.
Cazadores, de izquierda a derecha: Jacinto, Justiniano, Justiniano hijo, Marciano, Justo, Ismael y Amadeo.
El que ahora teclea -a esa misma hora- estaba con las ovejas en el campo.


Camporredondo a 20 de noviembre de 2015


2 comentarios:

  1. Otro dislate del "experto". Yo tampoco había oído la palabra, pero estoy de acuerdo con tu explicación: la reflexión sobre el comportamiento que ha observado (posibles fallos...) el cazador al día siguiente a la jornada cinegética. Se me ocurre que la palabra tiene la misma estructura que "tornaboda" (día siguiente al de la boda). Absurdo, como señalas, lo que predica el "experto" sentando cátedra.
    Abrazos, amigo Gaude.

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  2. Y digo yo, Luciano: Qué menos que para hablar de caza se haya sido morralero. De todas maneras... "nada hay más atrevido que la ignorancia": a mi también me pasa.
    Gracias a ti hoy he visto lo que es tornaboda: muy oportuno.
    Un cinegético abrazo.

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