Son las 19 horas y 16 minutos del día 11 de octubre de 2017
cuando en la radio se oye…
Buenas tardes.
Es curiosa esta niebla meona, que
fue primero definida por el escritor Miguel Delibes, y definida años después
por los académicos de la Real Academia Española.
En un libro
titulado “El último coto” Delibes escribía que, “durante casi un mes la
provincia había estado entumida (en el campo decimos entumecida…) bajo una niebla
meona. Niebla húmeda y densa” -decía el escritor- que al congelarse en el
aire deja los campos albos como después de una nevada”.
Si acudimos al
diccionario de la academia se nos indica que esto de la niebla meona es algo que se emplea en el habla coloquial y la define
así: “niebla de la cual se desprenden gotas menudas que no llegan a ser
llovizna”. O sea que la RAE ha preferido quedarse con las primeras
consecuencias de la niebla meona,
“gotas menudas que no llegan a ser llovizna” y Miguel Delibes se centró, en su
momento, en las últimas consecuencias: “niebla húmeda y densa que al congelarse
en el aire deja los campos albos como después de una nevada”. Una complementa a
la otra, y la otra complementa a la una. Llegarán días de nieblas meonas a Castilla y León… ¡abriguémonos!
Y, de nuevo, vuelve a salir la voz del campo para tratar de
dar su… “paleta” opinión.
En una cachapada de ocasiones -ésta es una más-, he dicho
que Delibes define –porque así lo aprendió en el campo- muy correctamente lo
que es la niebla meona: “niebla
húmeda y densa”. Añadiendo que, si se congela, deja los campos albos
como después de una nevada. Según el “espabilado más que experto”, para Delibes
niebla meona es la que se congela en
el aire. No señor, no. Delibes dice que si la niebla meona se congela en el aire (sólo si se congela en el
aire), deja los campos albos como después de una nevada. Parece que el “espabilado
más que experto” no lo acaba de entender porque, a ver, ¿por qué nos dice que
Delibes se centra en las últimas consecuencias? No, para la RAE, la niebla meona no tiene primeras
consecuencias, ni para el escritor segundas, la niebla meona es la que es: “niebla húmeda y densa de la que se
desprenden finísimas gotas de agua que no llega a considerarse lluvia”. Después
podrá congelarse o no, lo mismo que la lluvia podrá transformarse en nieve,
hielo…, pero no deja de ser agua que se desprende de la nube y cae.
Digamos lo que la niebla
meona es -después de haber sido calado en muchas ocasiones por ella- en
lenguaje rural, que es donde Miguel Delibes lo aprendió directamente y -por lo
que podemos deducir- también la RAE: niebla
meona es aquella niebla densa que, sin llegar a ser lluvia, acaba calando
hasta los huesos. De ahí que la Real Academia diga: "niebla de la cual se
desprenden gotas menudas que no llegan a ser llovizna”. Le falta a la Real
Academia añadir aquello que yo pude comprobar sin intermediarios: “… no llega a
ser llovizna, pero cala, moja, empapa”.
De manera que ni Delibes, ni la RAE, descubrieron la niebla meona. Yo me imagino que el
nombre bien pudo ocurrírsele al campesino/a que después de llegar a casa
empapado dijo: ¡vaya una niebla, parece que se mea!
Una cosa es totalmente cierta: yo nací en la primera mitad
del siglo XX y lo aprendí de mis abuelos. De manera que allá por la mitad del
siglo XIX (muy anterior al querido escritor y los académicos de la RAE) la niebla
ya andaba meándose por estos campos de Camporredondo y, a veces se congelaba y
parecía que había nevado, y otras veces –cuando la temperatura no era tan baja-
simplemente se convertía en gruesas gotas que caían de los árboles… y otras
gotitas calaban a las ovejas, machos, burros… o se fijaban sobre mi manta que
acababa pesando… ¡cómo pesaba!
Lo triste de esto es
que los advenedizos “-espabilados más que expertos-“ no comprendan que lo que
dicen Delibes -en su extensa y maravillosa obra - y la RAE es lo mismo. A no ser
que la lluvia solo lo sea si se congela, que es lo que ocurre con la niebla meona, que no es otra cosa más
que gotas finísimas de agua que no llegan a considerarse lluvia, pero que, si
se congelan, dejan los campos blancos como después de una nevada.
Niebla meona
EUC p. 106
Durante casi un mes, la provincia ha estado entumida bajo una niebla meona, niebla húmeda y densa que al congelarse en el aire, deja los campos albos como después de una nevada.
niebla. (Del lat. nebula).
~ meona.
1. f. Aquella de la cual se desprenden gotas menudas que no llegan a ser llovizna.
Niebla meona: Delibes acaba de definirnos lo que es para él la niebla meona: niebla húmeda y densa que al congelarse en el aire, deja los campos albos como después de una nevada. (Investigación de campo)
Durante casi un mes, la provincia ha estado entumida bajo una niebla meona, niebla húmeda y densa que al congelarse en el aire, deja los campos albos como después de una nevada.
niebla. (Del lat. nebula).
~ meona.
1. f. Aquella de la cual se desprenden gotas menudas que no llegan a ser llovizna.
Niebla meona: Delibes acaba de definirnos lo que es para él la niebla meona: niebla húmeda y densa que al congelarse en el aire, deja los campos albos como después de una nevada. (Investigación de campo)
Como podemos comprobar el “espabilado más que experto” insiste en que
Delibes tiene por “niebla meona” la
que se congela y deja los campos albos. Así lo recoge en un glosario –de allí
lo he transcrito- que cabalga -por el espacio estelar- sobre las estelares
ondas electromagnéticas.
La lluvia son gotas de agua que se desprenden de la nube y caen sobre la
tierra. También puede transformarse en nieve o en hielo, pero eso es otro
cantar. Lo mismo ocurre con las finísimas gotas de agua que componen la niebla meona y Delibes –que la conocía-
así lo dice, añadiendo que si se congela deja los campos albos como
después de una nevada.
Quiero añadir, que los efectos de la niebla
meona –si se congela- pueden llegar a cargar tanto las ramas de los árboles
que llega a desgajarlas: ocurría muy a menudo. Era lo que nosotros –gente
inculta- llamábamos cencellada, que es una especie de carama (escarcha
congelada), pero muy exagerada.
Delibes, tanto en esta ocasión (niebla
meona) como en tantas otras –que tampoco parecen entender los espabilados-
dice lo que dice: primero entendámoslo y después mostrémoslo al mundo, como
estudiosos y “expertos” que queremos ser.
Como creo que es interesante, este ex pastor repite lo que dijo en alguna ocasión acerca de los siguientes términos sobre fenómenos atmosféricos:
Rocío.- humedad en el ambiente que al bajar la temperatura nocturna se fija sobre las plantas en forma de pequeñas gotitas de agua.
Escarcha.- humedad en el ambiente que con temperatura cercana a los cero grados se fija sobre las plantas en forma de pequeños cristales de hielo.
Carama/caramada.- humedad elevada en el ambiente (neblina) que con temperaturas bajo cero se fija a las plantas en forma de hielo.
Cencella/cencellada.- fenómeno producido por la niebla meona que con temperaturas bajo cero se fija sobre el suelo y las plantas dejando los campos como si hubiera nevado. Cuando la cencella es excesiva (cencellada) las ramas de los árboles, por exceso de peso y muy a menudo suelen desgajarse.
Camporredondo, 14 de octubre de 2017
Firmado: pastor –de ovejas-, al que la “niebla meona” empapaba hace muchos,
muchos años.